¿Qué se puede decir de Raúl Padilla López que no se haya dicho ya, no ahora después de su muerte sino a lo largo de las más de tres décadas en las que tuvo el control de la Universidad de Guadalajara? Sus adversarios y hasta enemigos se han encargado de difundir su lado oscuro; sus amigos, colaboradores y algunos sectores de la sociedad, le reconocen sus aportaciones a la educación, a la cultura y hasta al espectáculo.

Mucho se seguirá diciendo de Padilla López a lo largo de los días, semanas, meses y años. Pero se seguirá hablando, como ha sido hasta ahora, de los dos Raúl Padilla: Uno, el que fue presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara y que desde entonces aprendió a andar por los caminos que lo ascendieron al poder hasta llegar a ser rector de la Universidad de Guadalajara, valiéndose de quién sabe cuántas artimañas, y a partir de ahí construir un andamiaje y tejer una enorme red de relaciones que lo llevaron a ser el hombre con mayor poder en Jalisco, enfrentándose a gobernadores y presidentes de la República, viéndolos llegar y salir, pero él y su Grupo Universidad manteniéndose como el principal poder fáctico en el Estado… hasta el día de su muerte.

El otro Raúl Padilla del que se seguirá hablando será del gran promotor de la cultura, el creador de toda una obra magna en este renglón como el Centro Cultural Universitario y eventos que traspasaron las fronteras no sólo de Jalisco sino del país y del continente: La Feria Internacional del Libro y el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, por mencionar a los de mayor prestigio internacional.

Pero ayer, a la par de que sus detractores y sus partidarios se disputaban en redes sociales los espacios para criticarlo y elogiarlo, corría por la misma vía la incredulidad de que Padilla López se hubiese suicidado como se reveló desde el primer momento en que, aún con la advertencia de que era extraoficial, se daba cuenta de su muerte. Sorprendió, por un lado, la celeridad con que la Fiscalía General del Estado informó de lo sucedido, sin una investigación previa, con pormenores que pocas veces comparte en otros casos. Sorprendió que por el sólo hecho de encontrar un arma de fuego y un recado póstumo, concluyera inmediatamente que Padilla López se quitó la vida y así lo difundiera.

Por otro lado, también extrañó la manera poco común y con detalles en que el gobernador Enrique Alfaro difundió la noticia. Él escribió: “Me confirma el fiscal del Estado que hace unas horas el licenciado Raúl Padilla López se quitó la vida en su domicilio particular. Tuve comunicación con su hermano Trinidad y con el rector de la Universidad para expresarles mis condolencias a la familia y a la institución. DEP”.

Apenas se conoció de la muerte de Padilla López, de inmediato comenzó a tejerse en el imaginario popular una serie de hipótesis y versiones sobre lo que se presume “está detrás” de su fallecimiento, y se puso en entredicho la versión oficial del suicidio. Y es que este escenario popular se creó en torno al enfrentamiento que el gobernador Alfaro mantenía desde casi el inicio de su administración en contra de Padilla López, al que no lo bajaba de “cacique” y le advertía que había llegado el gobernador que acabaría con su historia.

Incluso, no faltaron los que pretendieron relacionar la repentina hospitalización del gobernador el viernes pasado y el anuncio de lo que estaría todo el fin de semana -aunque salió el sábado-, con el suicidio de Padilla López ayer domingo. Así de desconfiada está la sociedad.

Lo que sí es un hecho, es que la administración de Enrique Alfaro marcará por la muerte -en distintas condiciones- de dos personajes que hicieron historia: el ex gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, asesinado, y Raúl Padilla López.

Habrá que hablar de la labor académica y cultural de Padilla López y de su legado a Jalisco y a México, porque indudablemente a partir de ahora se tendrá que marcar de que hay una Universidad de Guadalajara antes y otra después de Raúl Padilla. Pero también habrá que hablar del conflicto que el gobernador Enrique Alfaro mantuvo en su contra, porque en este contexto es en el que el ex rector y presidente de la FIL encontró la muerte.

De esto hablaremos en las siguientes entregas.

En tanto, aún hay mucho por conocer en torno a la muerte de Padilla López y sus repercusiones dentro y fuera de la UdeG: las razones que lo llevaron a quitarse la vida, de acuerdo a la versión oficial; el saber si su familia está convencida de que eso sucedió, porque ayer en su cuenta de Twitter, una de sus hijas rechazaba esa versión; el contenido del mensaje o la carta póstuma que dicen que dejó; en qué condiciones deja los cargos de responsabilidad que tenía en la Universidad; en qué condiciones deja al Grupo Universidad; cuál será el futuro de la Universidad y del Grupo sin la presencia de Padilla; qué repercusiones políticas tendrá esta ausencia; qué pasará en Jalisco sin Raúl Padilla López.

Tendrá que pasar mucho tiempo para que se deje de hablar del “Licenciado”. De eso no hay duda.

Pero, al tiempo…