Para haber sido el primer debate entre los aspirantes a la gubernatura, no estuvo mal, pues sucedió lo que esperábamos: pocas propuestas y muchos “trapitos al sol”. Resultó igual o peor de aburrido que el clásico Chivas-América.

Además, los sitios comunes de cada debate: La consulta-sondeo con la “sobada” pregunta: ¿Quién cree que ganó el debate?”, con resultados tan falsos como un billete de 30 pesos, porque quienes terminan respondiendo interesadamente son los equipos de cada candidato, mientras la ciudadanía en general disfruta del “puente” en las playas u otros centros turísticos que, por supuesto, jamás se enteraron de que ayer hubo un debate electoral.

Y no tanto porque el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) -que cada vez me convence más que mantiene su “característica” de estar del lado del partido en el gobierno-, no cumplió con su obligación de promoverlo y precisar por qué medios sería transmitido. Le importó más promover las tortas ahogadas (¿se acuerdan quién hasta organizó un festival y promovió el Día de la Torta Ahogada? ¿Mera causalidad como aquello de “votar es chingón”?), que cumplir con su obligación de árbitro electoral. Pero en fin.

Más allá de todo lo que ayer se comentó y se escribió en redes sociales, y hoy en los medios impresos, de lo que declararon los candidatos durante el debate, y que de entrada es cuestionable porque -como es característico en todo debate- nunca hablaron de los “cómos” y, por lo tanto, queda como mera anécdota, vale anotar las señales políticas que envió Jesús Pablo Lemus Navarro, el candidato del partido del gobierno y quien está obligado a defenderlo y a mantenerlo en el poder. En este sentido, no mencionó, ni por equivocación, al partido que lo postula, Movimiento Ciudadano, y sí en infinidad de ocasiones a Morena, aunque fuera para criticarlo; al gobernador Enrique Alfaro Ramírez, de quien como aspirante nunca se cansó de decir que “quiero ser el candidato de Alfaro”, y ahora que ya lo es, lo ignora; al candidato presidencial de MC, Jorge Álvarez Máynez, de quien parece avergonzarse.

Eso sí, presumió, como un logro o un atributo, que nunca ha pertenecido a ningún partido político, mostrando así su menosprecio por el partido que lo ha hecho presidente municipal y hoy candidato a la gubernatura.

Ya después argumentó que él no necesita “colgarse” ni del gobernador Alfaro -como sí lo hizo para ganar en el 2015, 2018 y 2021-, quizás porque hoy su relación prácticamente está rota; ni de Álvarez Máynez, porque sabe que éste le resta y no le suma. En una palabra, su candidato presidencial le estorba.

El mensaje político de Lemus Navarro fue muy claro y contundente: No quiere relación alguna, ni que lo relacionen, con Enrique Alfaro y su gobierno. Contra lo acostumbrado en estos casos, no destacó algo bueno de la actual administración alfarista ni mucho menos habló de algún programa exitoso de este gobierno al que le vaya a dar continuidad. Ni en derechos humanos, gobernabilidad o seguridad, los temas del debate. Para él -parece ser-, nada que lo ligue con el alfarismo le sirve para ganar votos. Y por eso lo evita.

Es más, hasta menosprecia o minimiza una de las obras magnas que mucho presume Enrique Alfaro: La Línea 4 del Tren Ligero, al decir que no existía ninguna obra del gobierno federal en este sexenio, ignorando también la inversión federal para concluir la presa El Zapotillo. Ah, eso sí, fue cuidadoso de no criticar a la Ciudad de México -que gobernó la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum-, como sí lo hizo con Guerrero, Michoacán y Zacatecas.

Claudia Delgadillo y Laura Haro hicieron lo que tenían que hacer, lo que indican los cánones de la política: “colgarse” de sus respectivas candidatas presidenciales porque saben que ambas tienen peso en Jalisco, se disputan la preferencia de los jaliscienses y le apuestan al voto “en cascada” como marca la lógica política. No tenían por qué desmarcarse de ellas. De hecho, aunque algunos no lo vieron muy bien por su insistencia, fue acertado el hecho de que Claudia Delgadillo reiterara que, de ganar la elección, habrá coordinación con el gobierno de Claudia Sheinbaum, pues el mensaje de fondo fue que en el próximo sexenio no sucederá lo que en el actual de Enrique Alfaro: pelearse con la Federación, distanciarse y quedar aislado sin apoyo para los jaliscienses.

Laura Haro tuvo un buen desempeño porque, reitero, tiene mucho qué ganar y nada qué perder. Colocó en una posición incómoda a sus adversarios con sus señalamientos, y le puso el lado humorístico cuando sacó la playera de “fosforena”. Sin duda seguirá avanzando, aunque difícilmente la veremos poner en “aprietos” a quien vaya en el segundo lugar.

Claudia Delgadillo se ha convertido en la candidata a vencer, pues el impulso que le da ser la candidata de Morena y su trabajo “en tierra” la han colocado en la ruta de poder ganar la elección, amén de factores externos que juegan a su favor. Sin embargo, ayer advertimos que un paso “en falso” podría ir alejándola de esa posibilidad de triunfo que hoy se observa firme, por eso los múltiples y severos “golpes” que recibe en redes sociales.

En esta elección -como es prácticamente en todas- es muy importante y será determinante la existencia de las candidaturas presidenciales para con las candidaturas estatales, pues no es lo mismo que las dos candidatas que se disputan llegar a la presidencia de la República exhorten a votar por sus candidatas a la gubernatura y demás candidaturas en disputa, lo que tiene amplias posibilidades de que el electorado haga, a que el candidato a la gubernatura sea el único que pida el voto para sí mismo, cuando además sabes que no tienes el apoyo del gobernador y, en los hechos, de un importante sector del partido y del grupo político que gobierna Jalisco.

Y esto tiene mucho que ver en parte de lo que vimos ayer: a un Lemus Navarro entre dos fuegos: Haro y Delgadillo. Y él dejó ver quién realmente le preocupa y “le quita el sueño”: la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Delgadillo, porque mucho de su tiempo del debate se lo dedicó a ella, principalmente en descalificarla, y menospreció e ignoró las preguntas que no sólo los moderadores le hicieron sino la propia ciudadanía. Jesús Pablo siente “pasos en la azotea”, sabe que llegó a su tope y después de eso viene la caída.

Con el debate de ayer quedó algo muy claro: Lemus Navarro recurrirá a lo que él mismo llama “guerra sucia” para contrarrestar el avance de Delgadillo González. Y él mismo lo adelantó ayer cuando advirtió que a lo largo de la campaña dará a conocer, según él, lo negativo de su adversaria.

Así pues, creo que más que lo que dijeron y cómo lo dijeron; más allá de los “trapitos al sol” que se ventilaron -todos ellos ya conocidos en su momento-, y en los que en algunos de ellos a Lemus le salió “el tiro por la culata”, lo importante está en las señales y el mensaje político que enviaron las dos candidatas y el candidato con sus dichos y sus hechos, porque eso será lo que realmente tendrá repercusiones en el transcurso de la campaña.

Lo demás estará en manos de los ciudadanos el día de la jornada electoral, porque el debate de ayer no creo que haya modificado el sentido del voto que hasta hoy tengan quienes lo vieron, y si los otros tres restantes serán igual, entonces menos habrá cambios.

Y si no, al tiempo…