Por Julio César Hernández

Cuando obtuvo la candidatura, primero, y cuando ganó la elección constitucional, después, para convertirse en presidente municipal de Puerto Vallarta y recuperar para su partido, el Revolucionario Institucional, esta importante plaza que tenía ya varios trienios en manos de los panistas, a Gustavo González Villaseñor le vieron entonces, propios y extraños, “zancas de jinete” para aspirar a la gubernatura.

Poco más de tres años después de aquellos gloriosos días, el comunicador y locutor cetemista se encuentra en la antesala de un juicio político que sus adversarios -muchos de los cuales ayer lo “bañaban” de infinidad de adjetivos y estuvieron cerca de él mientras disfrutaban de los beneficios de poder-, han aplaudido y exigido por haber modificado el uso de suelo para construir dos fraccionamientos.

Hoy lunes el pleno del Congreso del Estado conocerá el dictamen aprobado por la Comisión de Responsabilidades, en una sesión extraordiaria en la que podrían salir chispas.

En los corrillos políticos se asegura que detrás de este juicio están los panistas vallartenses a quien Gustavo González les arrebató el poder, encabezados por el ex alcalde y ex diputado Fernando González, hombre muy cercano al sector hotelero del puerto, principal impulsor del castigo en su contra.

Ayer González Villaseñor era el “ídolo” de muchos de los que se beneficiaron de él, incluyendo no pocos periodistas que se convirtieron en sus mejores propagandistas políticos con miras a las elecciones del 2006.

Hoy el ex alcalde está solo. Caído en desgracia como resultado de sus propios errores, nadie le tiende la mano; esa mano que hoy muerden quienes ayer comieron de ella.

Inclusive, muchos priístas se frotan las manos al ver la espada de Damocles sobre el ex edil vallartense, aunque sus compañeros diputados votarán en contra de aplicarle el juicio político. Unos, porque creen en su inocencia; otros por mera solidaridad; y algunos más por “curarse en salud” ante el temor de que con el tiempo puedan estar en sus zapatos.

Así, pues, hoy se escribirá un capítulo más de la historía política de un hombre que se “mareó” al subirse al ladrillo, y que quizás como ninguno tiene una gran cantidad de “Judas” a su alrededor que gritan sea quemado en “leña verde”.