Marco Antonio Cortés Guardado entregó hoy al mediodía la rectoría general de la Universidad de Guadalajara a su sucesor, Tonatiuh Bravo Padilla.
Sin duda que Cortés Guardado podrá irse satisfecho con el deber cumplido.  De la rectoría del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de manera sorpresiva, asumió la rectoría general. No la buscó ni esperaba ser quien llegara al gobierno de la máxima Casa de Estudios de Jalisco por la forma en que lo hizo.
Las circunstancias, por todos conocidas, lo llevaron a ser él quien asumiera la rectoría vacante en el marco de una sesión del Consejo General Universitario por demás convulsa, en un escenario que dos años antes nadie se hubiera imaginado. Sin duda que para ningún universitario es satisfactorio llegar a la rectoría general en la forma en la que le tocó llegar a Cortés Guardado.
Por supuesto que Marco Antonio enfrentó diversas posiciones: a favor y en contra de su designación, pero supo asumir su responsabilidad, entender las circunstancias en que lo hacía y lograr sacar adelante el momento de crisis que enfrentó la Universidad, por supuesto con el respaldo del Grupo Universidad, pero ante un poder que estaba detrás del fallido movimiento: el del Gobierno del Estado.
Cortés Guardado llevó a la Universidad de Guadalajara a un puerto seguro para el relevo en la rectoría general.
Tras tomar el gobierno de la segunda universidad más importante del país, hizo la tarea que sabía tenía encomendada: calmar las aguas agitadas por una rebelión fallida. No pretendió aprovechar para su persona la posición que aun en sus circunstancias asumió y a la que quizás no pocos aspiraban llegar… o a la que se sintieron aliviados no llegar bajo esas circunstancias.
Pero Marco Antonio Cortés Guardado lo hizo y lo hizo bien.
Hoy entregó una responsabilidad que no buscó y para la que ni tiempo le dieron de respirar. Hoy, con todos los asegunes que puedan ponerle, Marco Antonio Cortés Guardado podrá haber dcho: “Misión cumplida”.