Julio César Hernández
Con el título de este texto no parafraseamos a la popular estación radiofónica donde hacen sus desmanes matutinos frente al micrófono personajes como Facundo, “La Garra” o Tamara.
No, el título hace referencia al número de diputados que integraron la ya tan desprestigiada LVIII Legislatura -¿quién se iba a imaginar que superarían a su antecesora?-, y a lo cual abonaron todos y cada uno de ellos para que así sucediera. Ahora nadie, ninguno de esos diputados, puede decirse inocente.
Ni uno solo de esos 40 diputados puede estar libre de culpa y lanzar la primera piedra. Todos disfrutaron de sus beneficios y saborearon las ricas “mieles” que a lo largo de los tres años de su gestión se repartieron.
Por eso es que Enrique Alfaro Ramírez no puede dirigir el dedo “flamígero” en contra de quien fue su coordinador, Samuel Romero Valle, como tampoco puede hacerlo cualquiera de los ex diputados priistas en contra de su coordinador Juan Carlos Castellanos, ni mucho menos algún panista en contra de Jorge Salinas Osornio.
Por supuesto menos lo puede hacer quien acompañó a Oscar Díaz en la bancada del PANAL ni quien acompañó a Luis Vélez Fregoso en la fracción del Verde Ecologista. ¿Lo hará Alfredo Zárate que fue el único diputado del PT?
No, por supuesto que no. La exigencia que hoy hace la dirigencia estatal del PRD a la Auditoría Superior del Estado para que audite a la pasada Legislatura y se aclare el destino de 189 millones de pesos no comprobados, debe ser secundada por las dirigencias de los partidos que también estuvieron ahí representados y, de no comprobarse su manejo legal, actuar en consecuencia.
Pero en este marco, de entrada podemos colocar a los 40 diputados que integraron la pasada Legislatura como presuntos responsables del probable manejo irregular de los recursos públicos, pues si bien la mayoría de ellos no decidieron su destino, ninguno de ellos fue capaz de levantar la voz de denuncia, por lo que su simple silencio los hace cómpices, amén de que cuando menos un peso de ese monto de 189 millones de pesos cayó en su bolsillo.