Por José Antonio Elvira de la Torre

Justo cuando se cumplen 30 años del primer debate presidencial en la historia de nuestro país (el de 1994 entre Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas), y como si se tratara de un reporte meteorológico, en Jalisco tendremos en los próximos meses una intensa “temporada de debates”. Seremos testigos de tres debates a la Presidencia de la República y cuatro debates a la gubernatura del Estado.

Debate a la presidenciaDebate a la gubernatura
1º Domingo 7 de abril (Ciudad de México)1º Domingo 17 de marzo (AM Guadalajara)
2º Domingo 28 de abril (Ciudad de México)2º Sábado 13 de abril (Zapotlán el Grande)
3º Domingo 19 de mayo (Ciudad de México)3º Sábado 4 de mayo (Puerto Vallarta)
——————————————–4º Domingo 26 de mayo (AM Guadalajara)
Fuentes: Instituto Nacional Electoral;
Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco
 

En los sistemas democráticos, estos ejercicios son importantes como espacios para que las diferentes opciones políticas y sus respectivas candidaturas dialoguen abiertamente una serie de diagnósticos, ideas y propuestas de acción colectiva sobre los asuntos públicos de una comunidad. En estricto sentido, son ejercicios de rendición de cuentas en que los contendientes están obligados a demostrar su capacidad para argumentar la claridad de sus ideas sobre la comunidad política y las formas en que consideran que pueden atenderse de mejor manera las necesidades de la ciudadanía. Y al hacerlo, deben mostrar disposición a escuchar otras visiones, a debatir con respeto y apego a los valores democráticos, diferentes maneras de pensar.

El domingo 17 de marzo se realizó el primer debate entre candidatas y candidatos al gobierno de Jalisco en la elección 2024. La mayoría de análisis coinciden en que no cumplió con las expectativas que se tenían:

1. No fue en realidad un debate. El ejercicio no fue de contraste de proyectos de comunidad, sino de una presentación de ideas unilaterales que no permitió establecer las características distintivas de cada candidatura y su oferta política. Las intervenciones de las personas participantes no propiciaron suficientemente el encadenamiento de ideas, la conexión de intercambios y la deliberación de las razones, de por qué proponían lo que nos dijeron y por qué consideraban inviables las propuestas de sus adversarios.

El formato del debate (tanto el modelo de discusión de los temas seleccionados, como el tiempo para hacerlo) no es el más apropiado para explicar cómo hacer realidad sus ideas y proyectos. Aun reconociendo que las campañas se realizan para mostrarnos con más amplitud y detalle esos planteamientos, con cada evento, reunión y pieza de comunicación política. Los debates deben aprovecharse al máximo como espacios de alta visibilidad para que cada aspirante pueda darse a conocer, reforzar las opiniones positivas que pueda tener entre la ciudadanía y potenciar la posibilidad de que las personas consideren sufragar en su favor.

2. Cada participante estuvo claramente apegado a su estrategia. Aunque eso significó no responder los cuestionamientos realizados por los moderadores ni las preguntas que la ciudadanía envío al Instituto Electoral. Las tres candidaturas se apegaron (la mayoría del tiempo) a sus principales ventajas y fortalezas (su cercanía con las candidaturas a la presidencia de la República o su experiencia en cargos de gobierno), y trataron de alejarse de sus desventajas y debilidades (el desempeño gubernamental de sus partidos, su relación con algunos actores políticos…).

Las tres candidaturas tuvieron positivos y negativos para analizar de su desempeño en el debate. Cada quien tiene su propia forma de evaluar y su propia opinión, pero lo importante es que estos ejercicios son elementos importantes de nuestros procesos electorales y que aunque tienen muchas áreas de oportunidad para mejorar la utilidad social que generan a los electores, su contribución a la calidad de nuestra democracia es significativa.