A decidir. Hasta el momento la Presidencia, el PRI y las cúpulas partidistas no han dado muestras de querer reconocer de verdad, no de discurso, la grave crisis política y social en la que estamos sumidos.
El desprestigio internacional que ha alcanzado el país por los excesos de su clase política debilita aún más el margen de maniobra del gobierno y los partidos.
La inconformidad ha alcanzado niveles importantes, de esos que no se pueden medir simplemente con encuestas.
Los gobiernos, los partidos políticos y buena parte de las instituciones carecen de credibilidad y legitimidad ante la sociedad. Argumentar haber ganado las elecciones ya no es suficiente.
Los polos radicales -el que apuesta a que todo siga igual y el que opta por el caos- no son las soluciones deseables para el país.
La posición intermedia, en la que todos ponen para que todos ganen, es la mejor, pero también es la que requiere más inteligencia y más generosidad. ¿Las habrá?.