zamora_el_cardenal_y_paco   
Julio César Hernández
– ¡Señor Cardenal!- suelta Francisco Ramírez Acuña -haciendo una reverencia para besar el anillo cardenalicio- al ver al Arzobispo de Guadalajara esperando su turno para darle el pésame por la muerte de su señora madre, dona Carmen Acuña García.
– ¿Y ahora cómo lo llamo? ¿Gobernador, secretario, diputado, presidente…?- preguntó de inmediato don Juan Sandoval Iñiguez, bajando su mano para evitar el beso en respeto a la investidura del ex Mandatario.
– Como usted guste señor…-, le indicó Ramírez Acuña.
Un abrazo, unas palabras de aliento, de consuelo del Cardenal, sellaron una imagen que los fotógrafos que se encontraban a las afueras de la funeraria se perdieron de captar y que hubiese sido la principal en todos los diarios locales. Se quedaron la que ampliamente captada: el Cardenal y Ramírez Acuña, secundados por Arturo Zamora Jiménez, saliendo de la funeraria.
– Quisiera hacer una oración por el descanso de su mamá-, le dijo el Cardenal al ahora legislador federal, quienes acompañados de otros asistentes se dirigieron hasta la sala del “Espíritu Santo” donde se encontraba el féretro atestado de arreglos florales.
“Padre nuestro, que estás en los cielos…”, entonó el Arzobispo tapatío, seguido por quienes ahí se encontraban. Concluída la oración, vino el pésame del Prelado a María Esther, Virginia y María Guadalupe. Luego la despedida a Francisco Ramírez Acuña, quien se ofreció para acompañarlo hasta su vehículo.
Y en el camino de la sala de velación a la puerta, el cardenal Juan Sandoval le insistía a Ramírez Acuña:
– ¿Y ahora cómo le voy a llamar? ¿Gobernador, Secretario, Presidente de la Cámara…?”.
La respuesta del panista fue la misma:
– “Como usted quiera, señor…”.