Una serie de preguntas recorren los corrillos políticos dentro y fuera del Congreso del Estado:
¿A qué juega el diputado Salvador Barajas del Toro, presidente de la Comisión de Vigilancia? ¿Por qué su interés por mantener en su cancha el caso del Auditor Superior del Estado? ¿Por qué su interés en manipular lo que tiene que ver con éste caso?
Cuando la Comisión de Vigilancia tenía en su cancha el caso del Auditor, Barajas del Toro salió con la ocurrencia de que tenía tres propuestas que plantearle a los demás integrantes de la misma, ignorando la encomienda que le dio el pleno de atender el informa de la Dirección Jurídica y emitir el comunicado correspondiente.
Barajas del Toro vio frustrado su propósito de manipular el caso y sólo puso a consideración de la Comisión el informe de la Dirección Jurídica, como se le había mandatado, con el resultado que ya todos conocemos: la mayoría votó a favor y ratificó que todo era legal.
Sabido ya lo que sucedió en el pleno la semana pasada y que se decidió que ahora fuera la Comisión de Responsabilidades la que retomara el caso, Barajas del Toro tuvo la ocurrencia de establecer una mesa como presidente de la Comisión de Vigilancia, para recibir ¡denuncias ciudadanas en contra del Auditor!
¿Por qué eso no lo hizo cuando tuvo el caso en sus manos? ¿Por qué si la Comisión que él preside ya quedó fuera del tema, insiste en estar dentro de él? ¿Dónde le faculta la Ley Orgánica del Poder Legislativo a convertirse en receptor de denuncias ciudadanas? ¿Qué propósitos son los que persigue al no quererse desligar del caso? ¿A quién le está siguiendo el juego?
En su momento el propio diputado Barajas nos reveló que la Comisión de Responsabilidades no tenía facultades para conocer del caso del Auditor, ¿por qué ahora dice que es en esa Comisión donde debió de haberse abordado el tema desde el inicio?
Claro, quienes acusan sin tener pruebas decidieron huir y no atender el llamado del legislador priista para poder seguir  usufructuando el caso sin reparo alguno.
Lástima, pues, que nuestros diputados le hayan entrado “al juego que todos jugamos”, con el simple afán de satisfacer sus intereses y deseos personales y de grupo, porque ese es el juego que juega el diputado Salvador Barajas.
Y si no me creen, al tiempo.