El martes pasado referí en mi cuenta de Twitter que era interesante “desmenuzar” las razones que Claudia Delgadillo González esgrimió para abandonar intempestiva y abruptamente las filas del PRI, a través de un video que ese día subió a sus redes sociales inmediatamente después de que el candidato presidencial, José Antonio Meade Kuribreña, dijo a los reporteros que su ex coordinadora de campaña debería de revelar por qué cambió de opinión y decidió salir del partido.
En ese breve video, Delgadillo González dice: “¿Qué me movió a cambiar de opinión? Eso lo debe contestar el Gobernador (Aristóteles Sandoval)…”.
¿Por qué Claudia se negó a revelar las razones de su cambio de opinión y endosarle la respuesta al Mandatario estatal? Además de que lo lógico es que ella se lo notifique ya no a los ciudadanos sino a la militancia priista de Guadalajara de la que ella era representante hasta apenas horas antes de que apareciera en un video acompañando a Carlos Lomelí Bolaños que la presentó como la nueva adquisición de Morena, me remonto a lo que la ex priista declaró  al programa radiofónico “Conciencia al aire” -el miércoles 28 de febrero- cuando le preguntaron si “platicó con Aristóteles Sandoval antes de la decisión (de renunciar)”.
Ella respondió: “No, el gobernador me conoce, sabe que en mí tendrá siempre una amiga, donde yo me encuentre, en la oficina, en la casa, donde esté contará siempre con la amistad que prevalecerá toda la vida. No me contestó el teléfono, pero ahorita no me interesa que me lo conteste”.
Pregunto: Si ella misma confesó en la radio que antes de tomar la decisión de renunciar al PRI no platicó con el gobernador Sandoval Díaz, ¿por qué remite a que se le pregunte a él la razón que la llevó a cambiar sorpresivamente de opinión, dejar el PRI e irse a Morena? Creo que le debe a los priistas de Guadalajara una explicación del por qué renunció.
Luego en el video añade: “Y brevemente le diré algunos puntos: Primero, el trato que se le dio a los priistas en éste estado, la violencia de género que vivimos las mujeres dentro del PRI en este estado. Eso me movió, por supuesto, a cambiar de opinión”.
Pregunto: ¿Cuál fue el trato que se le dio a los priistas en Jalisco -si fue malo, ¡nada comparado con el que se le dio a los panistas jaliscienses!- y cuándo y cuántas veces alzó la voz en sesiones del consejo político estatal, de la Permanente o en declaraciones ante los medios en protesta y para denunciar ese trato, que me imagino considera que no fue el adecuado?
Pregunto: ¿Cuál fue la violencia de género que viven las mujeres dentro de su partido? ¿Cuándo y cuántas veces lo denunció públicamente, máxime siendo la dirigente en Guadalajara? ¿Por qué otras mujeres priistas no lo han denunciado públicamente? ¿Acaso son masoquista o algo les impide denunciarlo públicamente?
En el caso de las candidaturas, hay que destacar que Guadalajara tiene cuatro distritos locales y federales y que de esos ocho en total, en cinco distritos fueron postuladas mujeres. Locales:  Catalina Aguilera Arizaga, por el  nueve, y María de los Ángeles Arredondo Torres, por el 14. O sea, en dos de cuatro. Federales: Ximena Ruiz Uribe, por el ocho; Victoria Anahí Olguín Rojas, por el nueve; y Norma Elizabeth Chávez Arias, por el 11, candidatura que rechazó quien era su secretario general en el PRI Guadalajara, Salvador Rodríguez de la Cruz y que también decidió renunciar al PRI. O sea, aquí, tres de cuatro.
Pero en total, de los 20 distritos locales el PRI postuló mujeres candidatas en nueve. Además de las mencionadas, están: Luz del Carmen García Gónez, en el dos; Rosa Angélica Ascencio González, en el tres; Laura Valeria Guzmán González, en el cuatro; María Violeta Becerra Osoria, en el cinco; Mariana Fernández Ramírez, en el 10; Liliana Guadalupe Morones Vargas, en el 13; y Venecia Castañeda en el 20.
De los 20 distritos federales, además de las arriba mencionadas, también fueron postuladas: Mariana Sophia Márquez  Laureano, por el 10; Alina Pérez González, por el 12; Karla Torres, por el 13; María del Refugio Ruiz Moreno, por el 15; y  Cynthia Valdovinos Sánchez, por el 16. Ya si postularon menos, el órgano electoral se encargará de obligar al PRI, y a todos los demás partidos, a cumplir con lo que establece la ley en materia de paridad de género.
También hay que considerar que es una mujer la que encabeza las fórmulas al Senado, nada menos que Rocío Corona Nakamura.
Ante el escenario anterior pregunto: ¿A qué violencia de género se refiere Claudia Delgadillo que viven las mujeres dentro del PRI? Es importante que lo denuncie ahora, aunque no lo haya hecho en su momento como priista y dirigente, para evitar que siga sucediendo si es que, efectivamente, así es. Y saber por qué ninguna mujer priista lo ha denunciado. ¿O a la “violencia” a la que se refiere es de la que fue víctima por no haber sido candidata a la alcaldía de Guadalajara, cuando ella voluntariamente declinó para trabajar a favor de Meade?
Claudia revela en el video: “Número dos: la sucesión pactada entre el gobierno del Estado para entregarle a Enrique Alfaro Ramírez. Eso, eso me movió a cambiar”.
Pregunto: ¿Qué elementos de prueba tiene para asegurar que Aristóteles ya pactó con Alfaro entregarle el poder? Una afirmación como ésta podría decirla cualquier militante del partido que sea, cualquier analista que interprete dichos y hechos para llegar a esa conclusión, pero que lo afirme categórica y públicamente quien fue diputada del PRI, presidente del Comité Municipal del PRI en Guadalajara y coordinadora de campaña del candidato presidencial José Antonio Meade, tiene una enorme trascendencia y una seria repercusión.
Pero además de estar obligada a mostrar las pruebas de su dicho, y de ser cierto, ¿cuándo se dio cuenta de ese pacto? ¿Apenas minutos antes de aparecer en el video con Carlos Lomelí o ya tenía las pruebas y conocimiento mucho antes? Si fue lo primero, ¿por qué no lo denunció siendo aún priista o, cuando menos, en el video con Lomelí o en uno donde ella apareciera sola como hizo éste último donde le responde a Meade? Y si fue lo segundo, ¿por qué calló? ¿Por qué no lo denunció en su tiempo? ¿Por qué no lo hizo del conocimiento de la dirigencia nacional del PRI o hasta del propio candidato a la presidencia? ¿Por qué nunca lo hizo público? ¿Por qué no lo denunció ante el Consejo Político o la Comisión Permanente?
Por último, como punto tres dice: “La inseguridad, la inseguridad que vivimos en Jalisco; eso, eso me movió a cambiar de opinión?”. Bueno, tampoco como dirigente priista ni como diputada alzó la voz para denunciar esa inseguridad pública que todos los jaliscienses padecemos, seamos o no militantes de un partido político, y mucho menos hizo uso de la tribuna legislativa o convocó a los medios  para exigirle al gobierno del Estado resultados en la materia.
Claudia Delgadillo es una excelente política, con una trayectoria impresionante dentro del partido y en la administración pública, en sus casi 18 años como militante priista, y que merece que el éxito la siga acompañando, esté donde esté. Pero precisamente como política y porque aún tiene aspiraciones para el futuro, está obligada a revelar las verdaderas razones de su renuncia al PRI y a responder las preguntas aquí planteadas que creo es necesario las conozcan los priistas que mucho la apoyaron como los morenistas que estarían dispuestos a apoyarla.
Claudia Delgadillo debe salir y decir: “Yo mero revelo por qué renuncié al PRI”, porque como ella lo dijo y escribió muchas veces, sabe “que lo mejor está por venir”. Al tiempo.