¿Quién no recuerda cuando en los tiempos del PRI todopoderoso la Lotería Nacional era nada menos que la “caja chica” del gobierno federal?
Además de aportar recursos para la asistencia pública (ese era su eslogan), para nadie era un secreto que la Lotería Nacional también aportaba recursos para campañas políticas y hasta para el erinquecimiento “explixcable” de muchos funcionarios federales que laboraron en esta dependencia… y otros que no precisamente trabajaban ahí.
Eran los tiempos cuando el presidente de la República en turno colocaba al frente de la Lotería a uno de sus hombres de confianza, pues requería de toda discrecionalidad para el manejo de los millonarios recursos que tenía a su cargo, a sabiendas de que no todos iban a parar al sector de escasos recursos sino también a los diversos sectores de su partido o, concretamente, a favor de determinados candidatos.
En 1992, cuando Carlos Salinas de Gortari gobernaba nuestro país designó para beneplácito de no pocos jaliscienses a don Javier García Paniagua como director de la Lotería Nacional, cuatro años después de haber reaparecido en un nuevo cargo público durante la regencia de Manuel Camacho Solís como Secretario de Protección y Vialidad en el Distrito Federal.
Bueno, pues 21 años después otro personaje jalisciense llega a la titularidad de la Lotería Nacional -que incluye también el área de Pronósticos Deportivos-.
Se trata de María Esther Scherman Leaño, ex diputada federal, ex senadora, ex delegada del Distrito Federal y ex funcionaria en otras áreas del gobierno federal.
Identificada como personaje cercana al coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Senadores, Manlio Fabio Beltrones Rivera, Scherman Leaño llega al gabinete ampliado de Peña Nieto con la expectativa de si la Lotería Nacional volverá a sus viejos fueros de volver a ser la “caja chica” del gobierno federal o si esa es ya una vieja historia ida que no se volverá a repetir.
Y es que en aquellos tiempos se decía que quien era designado al frente de la Lotería, prácticamente se sacaba “el gordo” por la gran cantidad de recursos económicos a su cargo y la disposición que hacía de él que no precisamente era hacia la asistencia pública.
Así, pues, será tiempo de esperar para confirmar si con este nombramiento María Esther se sacó o no “el gordo”.