Por Julio César Hernández

Cuentan que días atrás se encontraron el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña y el senador Ramiro Hernández García.

Tras el apretón de manos de rigor y el abrazo tan característico de nuestros políticos mexicanos, el ex secretario de Gobernación, palabras más palabras menos, le soltó al ex diputado local:

– ¡Señor senador! ¿Cómo está? ¿Oiga, que quiere dejar lo más por lo menos?

A lo que el legislador federal respondió:


– Pues en eso andamos… lo estamos analizando.

El aspirante a diputado federal le aconsejó entonces:



– No, senador, no se equivoque… ¡Usted ya ganó! ¿A qué se regresa? Bueno, gusto en saludarlo…

Y Ramírez Acuña prosiguió su camino.

Obviamente, dicen quienes atestiguaron la escena, la referencia del ex Mandatario estatal era en torno al propósito de Ramiro Hernández de contender por la candidatura a la alcaldía de Zapopan, lugar donde ambos podrían encontrarse si el primero se convierte en candidato a diputado por el distrito diez y el segundo lo es a munícipe, con el riesgo que eso conlleva para el priísta.