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Julio César Hernández
Fotografías como la que acompaña al texto en las que aparecen nuestros flamantes representantes populares -bien peinaditos, muy perfumados, luciendo sus mejores galas, cual niño que va por vez primera a la escuela-, rindiendo protesta como diputados, en esta ocasión de la LIX Legislatura, bien vale guardarlas para compararlas cuando concluyan su período.
Una imagen similar se registró hace tres años cuando, al igual que los de ahora, los diputados salientes se comprometieron, con el brazo extendido y posando para las cámaras de los medios de comunicación y de sus familiares -emocionados por captar la imagen, como cuando su hijo hizo la Primera Comunión o concluyó la primaria-, a cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de México y la estatal, así como las leyes que de ellas emanen, pero que al final terminaron “trapeando” con ellas.
Hay que decir que esta Legislatura entrante no genera grandes expectativas. La ilusión de tener diputados ejemplares, que sean dignos de presumir al exterior y de las que sus electores se sientan orgullosos, la “mataron” las dos últimas Legislaturas. Démonos por bien pagados si los diputados entrantes terminan igual que sus antecesores, pues no queremos que nos den la sorpresa de que son capaces de superarlos en sus fechorías. 
¿Qué podemos esperar de uan Legislatura en la que siempre estará “en veremos” la gobernabilidad, toda vez que nadie tiene la mayoría calificada para sacar adelante las grandes reformas que requiere el Estado?
Si se une la oposición, apenas si alcanzarán a sumar 22 votos (18 del PRI, 2 del PRD y 2 del PVEM), cuando se requieren 26 sufragios. ¿Será posible esperar la rebelión de cuatro panistas que se sumen a sus adversarios para darles los cuatro votos que requieren para esa mayoría?
Pero hay otras preguntas abiertas que deja la actual Legislatura:
¿Seremos testigos nuevamente de enfrentamientos internos en las fracciones parlamentarias? ¿La bancada del PAN podrá superar sus diferencias cuando estará de por medio las candidaturas para el 2012 que se disputan los dos grupos preponderantes?
¿La fracción del PRI se mantendrá sólida cuando apenas en la sesión de toma de protesta ya se registró la primera manifestación de inconformidad por parte de la diputada Rocío Corona, a quien no se le consultó la integración de la Mesa Directiva? ¿Se logrará evitar la discriminación, como ya sucedió, precisamente al ignorar a Corona Nakamura? ¿Se concretarán los pronósticos que auguran que poco durará la unidad priista en el Congreso?
¿Las dos fracciones restantes, la del PRD y PVEM, integradas por sólo dos diputados, acabarán con la maldición que persigue a estas bancadas integradas por dos diputados, que terminan por “romper” porque no con capaces de ponerse de acuerdo?
La verdad es que todo puede suceder en esta Legislatura. Finalmente ya estamos “curados de espanto” y ya perdimos la capacidad de asombro.
 Adelante señores.