Llegó el cierre de diciembre del 2011 y -hasta el momento de redactar estas líneas-, no salió “humo blanco” de la sede estatal del PRI para conocer quién será el candidato a la gubernatura, a 48 horas de que sea lanzada la convocatoria.
La semana previa a la Noche Buena, los siete aspirantes a la candidatura fueron llamados, uno por uno, a entrevistarse con los delegados regional y estatal del Comité Ejecutivo Nacional, José Reyes Baeza y Alejandro Ozuna Rivero, respectivamente, ante quienes confesaron cuál era su segunda opción en caso de que no fueran el candidato a la gubernatura.
Aunque no se confirmó cuál fue el plan “B” que cada uno de ellos le planteó a los delegados, es por demás sabido que el diputado federal Arturo Zamora Jiménez busca ser candidato al Senado; que el senador Ramiro Hernández no tiene otro objetivo más que ser candidato a la gubernatura, por lo que deja en manos de su partido la posición a ocupar si no fuera él el ungido; que Héctor Vielma se resiste a desistir de ser el abanderado estatal, pero hay quien lo ubica en la dirección al Senado o a San Lázaro; que Miguel Castro suspira por la dirigencia estatal del partido, pero no le haría “el feo” a una diputación local o federal; que el legislador federal, Trinidad Padilla, estaría en camino de llegar al Palacio Legislativo de la avenida Hidalgo 222; que el alcalde Aristóteles Sandoval, aunque encabeza a los prospectos, podría quedarse en el camino al Senado; y que la diputada María Esther Scherman estaría dispuesta a lo que sea, siempre y cuando sea algo seguro.
No sabemos hasta qué grado la decisión de quién será el candidato a la gubernatura se haya contaminado con la “rebelión” del regidor Eduardo Almaguer que demanda se convoque a la elección de un nuevo dirigente, de ahí que el CEN se haya concentrado en analizar cómo enfrentar primero este conflicto interno.
Así, pues, si creíamos que el Niño Dios o Santa Claus iban a ser quienes le trajeran a uno de los siete aspirantes la candidatura al gobierno estatal, todo parece indicar que esta tarea será de los Reyes Magos que quizás se adelanten al seis de enero y haga feliz a uno de ellos y obligue a que el resto se resigne.
Ahora si que, literalmente, la hora regresiva comenzó a contar dentro del PRI al iniciar un nuevo año. Y no cualquier año, sino el destinado a definir quiénes gobernarán el país y el estado durante los próximos seis años.