Entiendo cuál es el propósito de Andrés Manuel López Obrador al desaparecer las delegaciones federales en el país y en su lugar abrir coordinaciones estatales de programas de desarrollo social que sería una por estado, o sea únicamente 32.

Ya conocimos quiénes serás los titulares de estas nuevas representaciones o enlaces con el gobierno federal, pero aún no sabemos cómo funcionarán y con qué estructura administrativa contarán, pues obvio es que el propósito es ahorrar recursos económicos que, ciertamente, se dilapidaban en cada una de las aún delegaciones federales. Pero eso ya lo sabremos en su momento.

Lo que llama la atención es que haya designado al ex candidato a la gubernatura de Morena, Carlos Lomelí Bolaños, como el coordinador en Jalisco, lo que implica que el hoy gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, tendrá que entenderse con su rival político -ignoro si debamos denominarlo enemigo- para obtener el apoyo económico del gobierno lópezobradorista.

En una palabra: ¿Alfaro tendrá que rendirle cuentas a Lomelí de lo que tenga que ver con la inversión y el gasto del gobierno federal o simplemente acudriá a él para plantearle las necesidades del estado?

Claro, en el Estado de México López Obrador designó como coordinadora a Delfina Gómez Álvarez, quien fuera la principal adversaria del hoy gobernador Alfredo del Mazo en la contienda por la gubernatura, lo que me imagino que no ha de ser muy cómodo para el mandatario mexiquense.

Ah, pues en el mismo tenor me imagino que estará Enrique Alfaro cuando tenga que ir a tocar la puerta de Carlos Lomelí para tratar asuntos del presupuesto federal, a menos de que pueda “darle la vuelta” y tratar directamente con los secretarios de Estado que, sin embargo, creo tendrán instrucciones de que sean los coordinadores los enlaces de ellos con los gobernadores del país, pues de otra forma quedarían como simples “adornos” en cada entidad.

El propio Andrés Manuel confesó que le sería “muy incómodo” tratar con Alfaro si éste ganaba la gubernatura, por lo que creo que quiere evitarse la incomodidad y por ello designó a quien mejor lo conoce -fueron aliados-, y quien sin duda alguna será un “hueso duro de roer” en lo que a presupuesto o dineros se refiera.

Ignoro si además del Estado de México y Jalisco existen otros nombramientos similares donde el titular de la Coordinación estatal le sea incómodo al gobernador, pero no hay duda que en el caso de Jalisco, López Obrador le puso mucha jiribilla al nombramiento.

Esperemos a ver qué sucede cuando la designación se oficialice y entre en funciones el nuevo mandatario estatal. Al tiempo.