Por Hugo Luna 
También hay administradores de herencias metidos a empresarios. Lea, sí
Estos personajes no fomentan el desarrollo de su personal, mucho menos le reconoce su desempeño sobresaliente en la organización que labora.
No tiene idea de cómo será la transición al interior de su corporativo. Aborrecen pensar que ya no estarán presentes en ese proceso, ni escuchar a los expertos que los sensibilizarían con respecto a su inevitable ausencia.
No dejan de quejarse del gobierno estatal y los municipios de la situación que los rodea, en sus tradicionales desayunos que organiza su respectiva organización gremial.
Estos señores que se ufanan de ser actores estratégicos en el desarrollo de la entidad, carecen de vocación hacia su comunidad haciéndose de la vista gorda que su abundancia es fruto de los bienes o servicios que adquirimos de sus negocios.
Tampoco se comunican con la sociedad, no son partidarios del dialogo para explicar sus estrategias y responsabilidades empresariales. Son empresarios mediocres y miopes, o más bien, administradores de herencias.
Estos empresarios venidos a nada no invierten en investigación, porque en su miopía no creen tener responsabilidad para construir su futuro.
Viven despreocupados por invertir algunos pesos para reconocer la innovación interna del negocio, es más no creen en ella.
Adolecen de estrategias globales no comprenden que el mundo globalizó al país. Solamente les agrada lo local no imaginan su futuro conquistando otras latitudes.
No son verdaderos líderes, son un remendo de improvisación y ocurrencias porque no están dispuestos a compartir con el estado y sus regiones su amplio bagaje comercial.
Demuestran también su indisposición para explicarnos el origen de su fortuna ni explicarían si fue “un favor”, de algún compadre, el gobernador o presidente municipal en turno quien les extendió un cheque en blanco.
Les da miedo ofrecer una conferencia a universitarios mucho menos un encuentro con medios de comunicación. No sienten la obligación de conversar con el más modesto colaborador. No se ensucian las manos, si lo hace se aplican gel antibacterial.
Estos administradores de herencias metidos a jugar “Monopolys” no colocan a sus empresas en la Bolsa Mexicana. No se ruborizan si las reglas del juego no les favorecen ni lo dudan un segundo que su equipo jurídico pueden revertir esa tendencia desfavorable.
¿Así o peor?
¡Y luego se sorprenden por qué Jalisco deja mucho que desear en competitividad!