El país se encuentra sumergido en una de las etapas más agudas de inseguridad con escenas como la difundida en redes sociales sobre lo ocurrido en San José de Gracia, Michoacán; con imágenes dantescas sobre lo sucedido semanas atrás en Colima; o con escenarios en donde familiares en busca de sus seres desaparecidos encuentras fosas clandestinas y cadáveres o partes humanas enterradas en municipios como Tlajomulco, en Jalisco. Y sin embargo, pese a todo esto y más a lo largo y ancho del país, no hemos escuchado la voz de los líderes eclesiásticos y del empresariado nacional alzarse en demanda de una actuación efectiva de las autoridades federales y estatales, y condenando su ineficiencia.

El “se matan entre ellos” que hemos escuchado desde Palacio Nacional y Casa Jalisco, parece hacer eco en estos dos poderes fácticos que en otros tiempos hicieron valer su peso y su voz ante los gobiernos federal y estatales. Y eran escuchados y atendidos. Hoy guardan silencio quién sabe por qué razones. Parece que no quieren molestar a las autoridades de estos dos niveles de gobierno, quizás considerando que ya tienen muchos problemas por qué preocuparse como para que ahora las cúpulas eclesiásticas y empresariales llamen su atención.

¿Quién es el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM)? ¿Quién ha escuchado su voz condenando la inseguridad que vive el país, que se encuentra a merced de la delincuencia? ¿Dónde se ha levantado su voz no sólo condenando la desaparición de miles de personas sino exigiendo la actuación eficaz y eficiente de las autoridades para dar con su paradero? ¿Cuándo nos hemos enterado de o leído algún comunicado de los Obispos del país abogando por las víctimas de los delincuentes y condenando la impunidad que reina en todo el territorio mexicano? Tiempo atrás, las asambleas anuales de la CEM eran esperadas con gran expectación porque desde ellas el clero en México asumía posición duras y firmes en contra de los problemas que agobiaban a los mexicanos. Hoy, ni siquiera nos enteramos de su realización.

¿Dónde están las cúpulas empresariales de México y cuándo se han hecho escuchar condenando los problemas sociales que enfrentan los mexicanos, particularmente los de la inseguridad? De la máxima cúpula empresarial, el Consejo Coordinador Empresarial, nos enteramos que su ya saliente presidente Carlos Salazar nunca se entendió con el presidente Andrés Manuel López Obrador, que poco fue escuchado en Palacio Nacional y que la atención de los problemas económicos de su gremio le robó prácticamente toda su atención durante el tiempo de su gestión. Pero, ¿y dónde quedó su compromiso social para con el resto de los mexicanos? ¿Dónde está la Coparmex, cuyo anterior dirigente se dedicó a pelear con el presidente, en tanto el actual ha asumido una postura moderada, pero también de completo silencio ante los altos índices de inseguridad en el país? ¿Donde está la Concamín que hoy se encuentra prácticamente desaparecida? ¿Qué acaso los agremiados de estos dos organismos empresariales no han sido víctimas de la delincuencia? ¿Ni siquiera a favor de ellas salen en su defensa? ¿Acaso esta inseguridad no ha golpeado a empresarios e industriales, y particularmente a sus trabajadores?

Han transcurrido tres años de los actuales gobiernos federal y estatal -en el caso de Jalisco- y es el mismo tiempo que el clero y el empresariado han guardado silencio, como sino sucediera nada. Y todo indica que así serán los siguientes tres años. No quieren enfrentarse con el poder, con los gobiernos en turno; no quieren incomodarlos o inquietarlos; no quieren, quizás, ser motivo de las reacciones iracundas de quienes nos gobiernan.

O quizás, con enfrentar sus propios problemas tienen y ni tiempo hay para hacerle ver al gobierno federal y estatal que han fallado en dar seguridad a sus gobernados. Tal vez eso sea…