De encuentros y desencuentros, como en todo “matrimonio”, es la relación que desde 2018 sostienen formalmente el gobierno del Estado de Movimiento Ciudadano y la Universidad de Guadalajara, detrás de la cual están sus respectivos líderes: Enrique Alfaro Ramírez y Raúl Padilla López.

Podríamos decir que el alfarismo y el padillismo se reconciliaron en “segundas nupcias” por conveniencia previo al proceso electoral de hace tres años. Se “unieron” por así convenir a sus intereses, luego de que allá por el 2009 tuvieron un primer “matrimonio” que le permitió a Alfaro Ramírez obtener la presidencia municipal de Tlajomulco, tras lo cual enfrentaron un “divorcio” bastante accidentado en el que éste último terminó por “arrojar por la ventana” todo aquello que oliera al Grupo Universidad, incluidos varios de sus colaboradores como el hoy diputado Enrique Velázquez.

A partir de entonces han enfrentado momentos de distanciamiento, de reconciliación, de pleitos públicos y privados, de desconfianza, de “golpes bajo la mesa”, de indirectas, y de todo aquello que existe en una relación por conveniencia en donde ninguna de las dos partes se atreve a terminar la relación de manera definitiva. Ambas se necesitan, pareciera que no pueden vivir una sin la otra, a pesar de esos encuentros y desencuentros que generalmente -como en muchos matrimonios- son por causa del dinero, de pesos y centavos. O como en algunos matrimonios, por obtener o mantener el control sobre el otro.

Y así fue que hoy somos testigos de un desencuentro entre el gobierno del Estado y la Universidad de Guadalajara donde el motivo del pleito son los 140 millones de pesos -cantidad nada despreciable- que el primero decidió quitarle al segundo para destinarlo a gastos diferentes a los que inicialmente estaban destinados. Así, de un “plumazo”, sin decir “agua va”, con la complicidad de sus diputados -no sólo los de MC sino también los de otros partidos- que se encargan de hacerle el “trabajo sucio”, el gobernador Alfaro Ramírez decidió que esa cantidad debe dirigirse a la construcción del Hospital Civil de Tonalá, pese a que ya estaban comprometidos para invertirlos en el Centro Cultural Universitario, concretamente para el Museo de Ciencias Ambientales.

El gobernador Enrique Alfaro pide que no se haga ruido señalando que la reasignación de ese monto es una acción en contra de la Universidad de Guadalajara, pero los legisladores pertenecientes al Grupo Universidad, Enrique Velázquez y Mara Robles denuncian que esta decisión del Mandatario estatal es una reacción en contra de la máxima Casa de Estudios por decidir no regresar a las aulas a clases presenciales como es el propósito del gobierno estatal.

Mientras el diputado Velázquez acusó que esta decisión es una revancha y tiene tintes políticos, la legisladora Robles fue más ruda en su juicio en contra del gobierno alfarista del que ambos siempre han sido aliados -salvo cuando reaparecen estos desencuentros, como el actual-. Dijo: “Se trata de un ataque injustificado a la institución (UdeG) que ha sido más solidaria y efectiva durante la pandemia. Creo que este es un castigo a la posición independiente y basada en criterios científicos que siempre ha sostenido la Universidad; es una manera de tratar de doblegar a los científicos para que no digan lo que ven, y amedrentar las decisiones que toma la Universidad”.

Así, como en cualquier matrimonio, las partes tienen sus propios argumentos para atacarse uno al otro y defenderse del otro. Hoy el diferendo es por 140 millones de pesos, pero mañana volverán a reconciliarse por otro motivo que quizás sea mayor a este monto que hoy se disputan. Hoy están “agarrados del chongo” y mañana los veremos caminando juntos “tomados de la mano” con rumbo a una nueva conquista política que beneficie a ambos. Por eso se necesitan. Por eso nadie puede ponerse a favor de uno o del otro, porque si lo hace termina mal, pues a final de cuentas continuarán poniéndose de acuerdo hasta que otra vez surja un motivo de desencuentro. Y así, hasta el infinito…

¿Qué es mejor? ¿Invertir en un hospital o en un Museo de Ciencias Ambientales? La respuesta parece ser lógica, pero el gobierno del Estado no lo ve así, pues decide retirarle el apoyo económico a su aliado político, antes que dejar de gastar en otros rubros que menos benefician a la ciudadanía pero sí al gobierno mismo, como son los millones de pesos que otorgan sin rubor alguno a sus empresas de comunicación favoritas, por ejemplo.

Por eso podría parecer ocioso colocarnos a favor del hospital o del museo, porque finalmente este “matrimonio” terminará por ponerse de acuerdo cuando ambos vean satisfechos sus intereses políticos particulares, no los de la sociedad jalisciense.

Y si no, al tiempo…