Un día antes de que se anunciara oficialmente que el Gobierno del Estado asignó a Televisa un contrato por 2 mil 663 millones 50 mil 619 pesos para operar la red de internet en el Estado, denominado Red Jalisco -que inicialmente se aseguraba se le entregaría a Megacable-, Enrique Alfaro Ramírez asistió al programa nocturno de análisis político de esta televisora, “En Plural”.

Con la notoria y sospechosa ausencia del periodista Jaime Barrera, integrante permanente del grupo y de quien se dice que dejó la dirección del diario Milenio por presiones desde Casa Jalisco, y conocida su postura crítica hacia el gobernador, los demás integrantes de la mesa tuvieron que sujetarse a un formato rígido, sin discusión ni derecho de réplica, y en donde poco entraron al fondo de algunos temas ahí abordados.

De esos temas, y de los que poca novedad hubo en lo dicho por Alfaro Ramírez, me concentro en el de su relación con los periodistas y los medios de comunicación, relación que él se mismo se ha encargado de dinamitar desde que fue presidente municipal de Guadalajara y que se ha agudizado ahora como gobernador.

De entrada, al plantearle que la percepción ciudadana sobre la inseguridad pública rebasa en mucho a las optimistas cifras que se manejan desde el gobierno, Alfaro culpó a los medios de comunicación de ello. Dijo: “Es parte de lo que ha querido generar…, de la estrategia de algunos medios de comunicación”, cuyos nombres no reveló. Y agregó:

“Voy a seguir defendiendo la posición que yo creo que me corresponde, y sobre todo insistiéndole a los medios de comunicación: no hay que lastimar al estado. Se trata de no convertir a los actos criminales en la nota principal de nuestros día a día”.

Cuando se le planteó que como político construyó su liderazgo desde la oposición y desde los mismos medios de comunicación, de los que siempre recibió el mejor trato, incluso por encima del gobernante en turno, hasta que llegó al gobierno, y se le preguntó que si no replantearía esa maltrecha relación, la respuesta de Alfaro Ramírez fue contradictoria.

Para empezar, “pintó su raya” y aclaró que “mi relación con los medios habrá que replantearla en términos diferenciados, no es igual con todos los medios”. Por supuesto que no. Es mala con aquellos que son críticos de su gobierno por falta de buenos resultados y que denuncian las irregularidades e ilícitos en que incurren sus colaboradores sin que haya sanción alguna; por el contrario, los premia manteniéndolos en el cargo.

Luego, sin identificarlos por su nombre acusó que “ha habido medios que se han ensañado”, sin precisar en qué o por qué; reconoció que hay medios “con los que yo no tengo comunicación desde hace mucho tiempo”, sin explicar los motivos, justificados o no; y luego presumió que “hay muchos medios a los que respeto…”.

O sea, deja en claro que tiene una visión y relación muy selectiva de y con los medios de comunicación, pero sin explicar las razones.

Y para concluir. volvió a decir lo que en varias ocasiones ha dicho desde que fue alcalde de Guadalajara pero que no ha cumplido en los hechos: “Tengo la disposición de hacer mejor lo que no haya hecho adecuadamente en el pasado, de corregir cosas que se tengan que corregir, y si una de ellas es mejorar la comunicación con los comunicadores, por supuesto que estoy dispuesto a hacerlo”.

¿Será lo mismo mejorar la “comunicación” que mejorar la “relación” con los comunicadores? ¿Podemos creer que tenga esa disposición, si momentos antes culpó a los medios de tener una “estrategia” para generar entre la población una “percepción” de inseguridad en Jalisco? ¿Tendrá esa disposición con aquellos medios a los que acusó que “se han ensañado”? ¿Con aquellos medios “con los que yo no tengo comunicación desde hace mucho tiempo”?

Y es que todos sabemos que los medios de comunicación, comunicadores, reporteros y periodistas con los que el gobernador de Jalisco se ha peleado son serios, profesionales, de intachable reputación que la avalan miles de lectores y radioescuchas que respetan y admiran su trabajo periodístico durante muchos años día a día, muchos de ellos precisamente por ser críticos del poder y de los hombres en el poder.

Entonces, ¿cuáles serán los medios con los que Enrique Alfaro está dispuesto “a corregir las cosas que se tengan qué corregir?

Creo que lamentablemente todo quedará, como en otros tiempos, en una mera declaración para las cámaras.

Y si no… al tiempo.