En enero del pasado 2019 Enrique Alfaro todavía traía ganas de enfrentar al López Obrador, pero también el presidente traía ya todas las intenciones de batearlo.

Ante al grave desabasto de gasolinas que padeció el país en el inicio del 2019, Jalisco incluido entre los más afectados, Alfaro “alzó la voz” y le exigió a AMLO que cumpliera los acuerdos que, según él, había hecho el gobierno federal con el jalisciense.

Pero la respuesta del presidente, publicada hace un año en el periódico Mural, fue otra muestra de lo que ha sido su reacción hacia el gobernador de Jalisco: “zafo, dicen los jóvenes. No es serio, (Alfaro) es publicitario, zafo”.

Ya era evidente que la interlocución de Alfaro con el presidente era casi nula y que López Obrador no tenía las mínimas ganas de mejorar su relación con el jalisciense.

Al final, pese a que Alfaro siguió dando declaraciones, la gasolina llegó hasta que el presidente quiso, y así un día como hoy en el 2019 quedó una muestra más de lo que sería y es la marca de la relación de López Obrador con Alfaro: el desdén.