El primero de julio del 2018 Enrique Alfaro Ramírez se fue a dormir con una gran expectativa: había derrotado al PRI en la elección de gobernador, su partido Movimiento Ciudadano (MC) tendría la mayoría en el Congreso de Jalisco, la mayoría de los municipios del estado, incluida la zona metropolitana y contaría con escaños en el Senado de la República.

Por si fuera poco, Andrés Manuel López Obrador, con quien hizo campaña por el PRD en el 2006 había ganado la Presidencia de la República y Alfaro pensó que lograría una buena relación con él y muchos apoyos del tabasqueño.

Se preparaba a administrar la abundancia y a iniciar la siguiente etapa: su proyecto nacional con miras a la Presidencia de la República para el 2024.

Pero del plato a la boca se le cayó la sopa.

El Presidente López Obrador, quien ha manifestado opiniones poco amables hacia Alfaro, tenía otros planes y le cambió radicalmente la jugada: decidió administrar personalmente las partidas que antes el gobierno federal entregaba a los gobernadores para que estos hicieran lo propio con sus municipios.

Eso cambió totalmente el panorama de Alfaro: sin esas partidas federales prácticamente quedó descapitalizado para sacar sus obras y proyectos.

Pero al igual que otros gobernadores y que muchos presidentes municipales del país el gobernador de Jalisco pensó que podía doblar al presidente y que en el 2020 las cosas mejorarían, pero empeoraron.

Este año López Obrador tampoco repartió y aparte intenta quedarse con todo el sistema público de salud del país, lo que debilitaría aún más a los gobernadores.

Alfaro ya tuvo que replantear su “Refundación”, hacerla chiquita; ya endeudó a Jalisco para financiarse proyectos y para alcanzar a hacer algo; y ya le bajó a su proyecto de posicionarse a nivel nacional con miras al 2024.

Peor aún, Alfaro ya dilapidó una buena parte del apoyo ciudadano que lo llevó a la gubernatura y hoy es uno de los gobernadores peor calificados del país, por lo que corre el riesgo de perder la mayoría si cumple su promesa de someterse a ratificación de mandato y su partido está en riesgo de perder el registro en el 2021.

Un Enrique Alfaro muy diferente a aquel que el primero de julio del 2018 parecía que se comería el mundo.