Además del futbol, uno de los deportes favoritos del gobernador Enrique Alfaro Ramírez es denostar a sus adversarios reales o imaginarios -él, al igual que López Obrador, se los crea solo-, ya sean políticos de cualquier color -excepto naranja, por supuesto-, magistrados, medios de comunicación, universitarios o hasta sus colegas gobernadores, a quienes suele llenar, cuando la ocasión lo amerita, de calificativos negativos.

Ningún gobernador de Jalisco, en los tiempos civilizados, se había referido así de todos aquellos que no están de acuerdo con él y sus decisiones, y eso proyecta no sólo que tiene diferencias con ellos sino que en no pocas ocasiones le gana el odio hacia ellos.

Hay quienes argumentan y justifican que así es su carácter, pero no pocos reclaman civilidad, respeto a sus adversarios y a la investidura misma que ostenta, pues independientemente del perfil que tengan quienes son víctimas de sus epítetos, finalmente son sus gobernados, ciudadanos, incluso, que votaron por él o que no lo hicieron, pero su calidad de gobernados no lo pierden.

Hacer un recuento de las ocasiones en las que Alfaro Ramírez ha descalificado a sus adversarios de manera negativa sería interminable, pero ayer no se contuvo para reafirmar que su pleito con la Universidad de Guadalajara es en serio; que el rompimiento con el jefe político del Grupo Universidad, Raúl Padilla López, es real y no tiene marcha atrás; y que no le temblará la mano para demostrarle a éste grupo cuánto vale políticamente, que es lo que realmente está detrás de todas sus decisiones en contra de la máxima Casa de Estudios.

Ayer dijo a los reporteros:

“A la UdeG la tenemos que seguir apoyando (…) pero no nos confundamos, no significa darle más dinero al grupo de pillos que hoy tienen secuestrada a la UdeG para seguir haciendo sus negocios”. Agregó: “El rector decidió dejar se ser rector para convertirse en mandadero y emisario de Padilla. Es su decisión, lo lamento mucho, pero el mensaje es muy claro: a la Universidad se le va a apoyar para hacer escuelas, para hacer preparatorias, para hacer centros universitarios, para cumplir su función sustantiva, no para que siga haciendo negocios Raúl Padilla. Se acabó esa historia”. Y cerró: “(…) Pueden patalear, pueden llorar, pueden seguirse gastando, fíjense qué paradójico, se gastan el dinero de la Universidad en publicar desplegados todos los días, en realizar marchas en lugar de utilizar el dinero para construir escuelas que tanta falta le hacen”.

“Pillos” les llamó a los integrantes del “grupo que tiene secuestrada a la UdeG”, sin decir nombres, y “mandadero” al rector general Villanueva Lomelí. Semanas atrás los había calificado de “lacayos” a todos aquellos que salieron en defensa de la Universidad.

Al parecer, al Mandatario estatal no le ha hecho mella el “jalón de orejas” que le dieron tribunales por “colgar” estos calificativos negativos a sus adversarios y ordenado a no hacerlo. Sí, ya no lo ha hecho en contra de quienes recurrieron a esos tribunales exigiendo se le llame la atención por sus palabras, pero sí lo hace contra quienes no lo han hecho.

Valga recordar que en septiembre de 2019, un Juez Federal emitió la medida cautelar del incidente de suspensión 1907/19 y le ordena a Enrique Alfaro dejar de denostar públicamente al magistrado presidente de la Cuarta Sala del Tribunal de Justicia Administrativa, Armando García Estrada. La resolución decía:

“Procede conceder la suspensión provisional para el efecto de que, sin vedar el derecho de opinar, la autoridad responsable, titular del Poder Ejecutivo del Estado de Jalisco, no se emitan manifestaciones públicas discriminatorias respecto al quejoso”.

Así fue como el magistrado García Estrada le puso “freno” a las referencias en su contra por parte de Alfaro Ramírez.

Otro momento, el gobernador llamó “cínicos” y “desvergonzados” a todos aquellos ex funcionarios públicos que recurrieron al amparo de la justicia en contra de las reformas al Instituto de Pensiones porque aplicaba de manera retroactiva la reducción de las pensiones que actualmente reciben y que son superiores al tope estipulado en dichas reformas, de 106 mil pesos mensuales.

Bueno, pues recientemente, a principios de este mes de noviembre, fue ahora el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito el que volvió a “jalarle las orejas” al Mandatario, al reconvenirle y ordenarle que evitara ese tipo de expresiones, en respuesta al Recurso de Queja número 338/2021 promovido por el exmagistrado José de Jesús Angulo Aguirre.

Van dos ocasiones en que los tribunales le ordenan al gobernador Enrique Alfaro dejar de denostar con calificativos negativos a los ciudadanos quejosos. ¿Será que sólo de esta manera el Mandatario dejará de ofender verbalmente a quienes según él cree que merecen ser tratados con esos calificativos, sin presentar pruebas que sostengan sus palabras?

Lamentablemente así es el nivel del discurso del gobernador, a quien también pareciera que le gusta que sean los tribunales, y hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los que le enmienden la plana o le den un “jalón de orejas”.

La pregunta ahora es: ¿Quiénes más serán los siguientes víctimas de sus arrebatos verbales?

Al tiempo…