Durante las últimas elecciones el tema de las encuestas ha sido el más controvertido, pues los resultados finales, en algunas ocasiones, han sido escandalosamente distintos a las mediciones levantadas a lo largo de una campaña. Por supuesto no es el caso de la reciente elección presidencial donde se confirmaron los pronósticos de un triunfo arrollador de López Obrador.

Desde hace meses, diversas empresas han ventilado el resultado de sus mediciones para la venidera elección de junio próximo, dándole ventaja al partido Morena en la mayoría de las gubernaturas en juego y hasta en las diputaciones federales, razón por la que se creó la alianza tripartida Va por México, impulsada por los empresarios a través de Sí por México.

Valga precisar que estas encuestas se han levantado vía telefónica, por lo que expertos y especialistas consideran sus resultados con mucha cautela. aunque las empresas tienen sus métodos para reflejar lo más cerca una posible realidad.

Sin embargo, nadie ignora que frente a la pandemia del Covid-19 la forma de hacer campaña y el discurso serán determinantes en el triunfo o la derrota. Lo primero equivale a la forma y lo segundo al fondo. Y es que no es lo mismo, sólo para poner uno de muchos ejemplos representativos, hacer campaña a través de redes sociales en la cabecera de Tonalá que en las colonias periféricas de ese municipio, donde muchos ciudadanos carecen de una computadora o celular y, principalmente, donde no hay internet.

Así me lo confesó un aspirante a presidente municipal que enfrenta esta disyuntiva -y la enfrentarán todos los candidatos de todos los partidos- ante los lineamientos para hacer campaña establecidos por su partido -me reservo el nombre por el momento-. ¿Cómo llegar a esos ciudadanos, que no son pocos, ante el impedimento de hacer las viejas concentraciones de oyentes? ¿Cómo, si conforme avanza el tiempo y se acercan los tiempos de las campañas oficiales, el número de contagios crece vertiginosamente y, lamentablemente, se refleja también en el aumento de muertes?

Sí, la forma de hacer campaña será crucial para convencer al electorado, pero el fondo, el discurso, no es cosa menor. Y quien logre hacer la mejor campaña -no sé cómo podría hacerlo- y tener el discurso más efectivo, no sólo habrá derrotado a sus adversarios políticos sino a la pandemia misma, al coronavirus, al Covid-19.

¿Cuál es el discurso que utilizarán los candidatos de Movimiento Ciudadano, el partido en el gobierno estatal, para convencer a la mayoría ciudadana de que siguen siendo la mejor opción? ¿Qué decirle a esos ciudadanos a través de los videos que indudablemente atestarán las redes sociales? ¿Qué lenguaje utilizarán para contrarrestar el discurso de los candidatos de Morena, el partido del gobierno lópezobradorista y que sea efectivo? ¿Cómo, a través de las redes sociales, recurrir a un lenguaje que contrarreste el desgaste de ejercer el poder en el estado y los municipios que hoy gobierna el alfarsmo? ¿Cómo convencer al ciudadano ante la situación fuera de control para combatir la pandemia, pese a que se nos dijo que bastaban cinco días de confinamiento para evitar meses de sacrificio, si al mismo tiempo se le ha culpado de ser el responsable -por irresponsable- del incremento en el número de contagios y muertes?

¿Y qué discurso llevarán los candidatos morenistas para convencer al electorado, pese a la desastrosa gestión del presidente López Obrador, más allá de “vender” los apoyos económicos directamente a través de los programas sociales, que a decir verdad no es cosa menor y es ahí donde puede estar la clave del discurso morenista? ¿Cómo convencer al electorado de darle su voto ante el errático y fatal manejo de la pandemia que ayer colocó a México como el tercer país con mayor número de muertos por el Coronavirus?

Y esto vale también para el que en Jalisco se ha definido exageradamente como el “fenómeno” político en el Estado: el kumamotismo del partido Futuro. ¿Cómo estos jóvenes le “venderán” al electorado el discurso de que son la mejor opción si el antecedente que tienen es su inexistencia y, por tanto, ninguna credencial que acredite que pueden hacer mejor las cosas en momentos tan graves? ¿Creerán que será sufiente “charolear” con el apellido Kumamoto para que los votos se le sumen como moscas a la miel?

¿Qué le van a decir al electorado los candidatos del PAN, del PRI y del PRD si para las diputaciones federales van en alianza y para las locales cada quien tomará su camino? ¿Creen que habrá el tiempo para que muchos ciudadanos digieran un discurso en contra del lópezobradorismo y, al mismo tiempo, otro en contra del alfarismo? ¿Y qué pueden ofrecer si prácticamente han sido desmantelados en el Estado?

No falta mucho tiempo para saber qué partidos y cuáles candidatos son los más creativos y hábiles para ganar una elección; una elección en donde los rivales a vencer son el lópezobradorismo y el alfarismo. Y cuál de estos dos movimientos logrará imponerse al otro.

Sólo es cuestión… de tiempo.