Si la creación e integración del Comité Evaluador de los aspirantes a consejeros electorales del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana es sólo una “faramalla” para quitarse de encima la presión de los “ciudadanos mediáticos” y de todos aquellos que se dicen representantes de la sociedad civil, está bien.
Vamos, si su creación y todo lo que debe de hacer este Comité Evaluador es simple escenografía para “vestir” la designación de los nuevos consejeros electorales que es tarea legal de los diputados, está bien.
O sea, si la creación de este Comité Evaluador es mera simulación para darle sus “cinco minutos de fama” a los “ciudadanos mediáticos”, está bien.
Pero si los legisladores pretenden tomar en serio esa -ahora sí- “faramalla” de Comité Evaluador -con todo respeto para quienes lo integran (reitero: debieron de haber declinado la invitación)-, están dando pasos para seguir hundiendo la imagen de los diputados y del Congreso del Estado, para lo que en sus pocos meses de gestión ya han hecho mucho.
Y es que si de por si ya no es serio la creación del Comité mismo, lo que se ha hecho después resulta peor.
Repasemos:
La semana pasada, el pleno del Congreso aprobó y publicó la convocatoria para la elección de los integrantes del Consejo General del Instituto Electoral, misma que consideró la creación de un Comité Evaluador que debería de estar integrado a más tardar el pasado lunes 13.
Bueno, pues los diputados dejaron para última hora dicha integración y lo hicieron el último día considerado, o sea el lunes 13, día en el que por la noche se les avisó a los representantes de las 10 instituciones y organismos que deberían de estar al día siguiente , martes 14, para asumir su responsabilidad.
Varios de estos representantes se quejaron de que les haya avisado “de última hora”. Pero no se “rajaron”.
La convocatoria señala que el Comité Evaluador deberá diseñar y aplicar el mecanismo de evaluación a los aspirantes, que deberá aprobar previamente la Comisión de Asuntos Legislativos. O sea, sus integrantes tuvieron apenas dos días y horas más para establecer este mecanismo, que hoy por la tarde analizarán los integrantes de la comisión legislativa.
La convocatoria establece que mañana viernes los aspirantes deberán de presentarse a las 9:00 horas en el Palacio Legislativo para ser sometidos a la evaluación del Comité Evaluador, y apenas hoy por la tarde analizarán el mecanismo de evaluación que les propondrá el respectivo Comité.
¿Qué pasa si no están de acuerdo con dicho mecanismo? ¿Qué pasará si resulta un mecanismo inadecuado, considerando que los integrantes del Comité Evaluador, en su mayoría, no son expertos en materia electoral ni tampoco conocedores -al menos no lo sabemos- de métodos y mecanismos de evaluación en cualquier materia?
¿O simplemente, para salir al paso, los diputados aprobarán el mecanismo de evaluación propuesto para que los miembros del Comité no se sientan ignorados o evidenciados en su ignorancia en esta materia?
Si no aprueban el mecanismo de evaluación, ¿cómo le harán para aplicarles dicha evaluación mañana desde las nueve a los aspirantes?
Pero supongamos que lo aprueba y lo aplican, ¿de qué servirá toda esta “faramalla” de cerar un Comité, que este establezca un mecanismo de evaluación, que ustedes lo aprueben o no, que se aplique a los aspirantes si es aprobado, si finalmente “esta evaluación, de ninguna manera tendrá carácter vinculatorio para determinar la elegibilidad de los aspirantes”, como dice la convocatoria?
En síntesis:  Se crea un Comité Evaluador “al vapor”;  se convoca a sus integrantes “de última hora; se pide que elaboren un “mecanismos de evaluación” “sobre las rodillas”; se somete para su aprobación o no “al cuarto para las doce”; y se aplicará sin que finalmente “valga un cacahuate”.
¿Para qué, entonces, tanta “faramalla”? Si es broma, señores diputados, pasa, porque a veces hasta la política necesita de bromas como ésta.