Se supone que ayer a las 15:00 horas la Secretaría de Finanzas depositó 10 millones de pesos en la Cuenta Concentradora -aun vigente, nos confirmó el diputado presidente Hernán Cortés Berumen- del Congreso del Estado.
Dicho dinero -que no es sino una aspirina para un cáncer, diría el coordinador de la fracción priista Miguel Castro Reynoso-, sería utilizado para pagarle a los empleados del Poder Legislativo que no han podido cobrar varias quincenas en el caso de los supernumerarios y de base, y ésta última en el caso de los sindicalizados.
¿Qué son diez millones de pesos comparados con los ciento veintitantos mil pesos que Castro Reynoso asegura se requieren para salir de los principales compromisos en lo que resta de este año?
No sabemos, pero quizás estos diez millones sirvan para cubrir el adeudo a los trabajadores sindicalizados y a algunos de base o supernumerarios -éstos últimos tienen prohibido poner un pie en Palacio Legislativo-, lo que les daría un leve, sí, quizás muy leve, respiro para llevar de comer a sus casas.
Sí, pero resulta que a los diputados de la recién entrante 60 Legislatura les importó más los bienes materiales del Congreso que tuvieron la ocurrencia de crear una Comisión Especial de diputados (¿esa es su tarea? ¿para eso los elegimos?) para verificar que aquellos existían o no, que integrar la Comisión de Administración que es la “llave” para resolver los principales problemas financieros.
Me explico:
El Ejecutivo despositó 10 millones de pesos al Congreso, pero resulta que los diputados no tienen la manera de disponer de ellos y comenzar a pagarle a sus trabajadores. Y no la tienen porque la “llave” de todo eso es la Comisión de Administración, tanto para disponer del dinero depositado por el Gobernador como para que comiencen a pagar a los trabajadores.
La Comisión de Administración tiene en este asunto un papel primordial: por un lado, registrar las firmas mancomunadas de quienes serán los responsables de firmar los cheques; por el otro, ser quien gire las instrucciones o dé la orden a la Secretaría General que disponga de ese dinero y comience a pagar las deudas.
Aun teniendo el dinero ya en el banco y los cheques firmados, no se puede comenzar a pagar a nadie si no existe una orden o instrucción expresa de la Comisión de Administración. Pero resulta que dicha comisión aun no existe.
Pero resulta que por andar más preocupados por saber cuántas plumas o lápices les dejaron, nuestros diputados decidiron dejar para después la integración de esta Comisión.
Así, el Congreso tendrá en el banco, en su cuenta, los diez millones de pesos que habría liberado el Ejecutivo, pero ése dinero “dormirá” ahí “el sueño de los justos” hasta que se registren las firman mancomunadas y hasta que se integre la Comisión de Administración y emita la orden de pagar, porque si no se hace así, con orden y disciplina, ya comenzarán con su desaseo administrativo y se encaminarán a ser peor que la Legislatura que sucedieron.
Esto puede suceder en cualquies momento, es cierto. Pero hasta hoy, no lo han hecho. El tiempo corre y los diputados de la 60 Legislatura continúan entrampados en los problemas heredados por la 59.