No son pocos los que se hacen las siguientes preguntas: 1. ¿Por qué hasta ahora el gobernador Enrique Alfaro Ramírez presentó una iniciativa de reforma para otorgarle a la Universidad de Guadalajara un presupuesto constitucional? 2. ¿Por qué no lo hizo cuando estaba con vida el ex rector Raúl Padilla López? 3. ¿Por qué lo hace en pleno proceso electoral? 4. ¿Por qué la presenta cuando existe la posibilidad -¿amenaza?- de que el rector general Ricardo Villanueva Lomelí pueda ser candidato de Morena a la presidencia municipal de Guadalajara? 5. ¿Por qué la iniciativa no fue presentada a tiempo para que entrara en vigor en el presupuesto correspondiente a 2024? 6. ¿Por qué “hereda” al siguiente gobierno una obligación constitucional que él no tuvo el valor de asumir durante su sexenio? 7. ¿Cuánto tiempo se llevará para que sea aprobada por el Congreso? 8. ¿Acaso el suficiente para mantener como “rehén” al rector Villanueva Lomelí? 9. ¿Qué garantía hay de que esta iniciativa será aprobada, independientemente de la decisión que tome el Rector General sobre su futuro político?…

Y así como éstas, otras interrogantes más se abren, tanto entre la comunidad universitaria como ciudadanía en general, ante esta actitud sospechosamente dadivosa de Alfaro Ramírez con una decisión y acción que él no estuvo dispuesto a concretar y ejecutar a lo largo de su administración, En una palabra: se adelanta a “saludar con sombrero ajeno”.

Un agudo observador del acontecer político estatal y nacional, universitario y con amplio conocimiento de los “tejes y manejes” políticos “tras bambalinas” me dijo: “Es un dulce envenenado”, refiriéndose a la iniciativa presentada el viernes por el gobernador ante el Congreso del Estado. Y abundó: ¿Por qué no lo incluyó él ya en este año? ¿Quién garantiza que será aprobada y que en el 2025 el gobierno en turno cumplirá con una obligación que le dejó su antecesor sólo para tratar de quedar bien antes de irse, luego de que durante cinco años se declaró abiertamente enemigo de la Universidad de Guadalajara, del Grupo Universidad y de su líder político, Padilla López, organizando incluso -el año pasado- una manifestación en contra de la Feria Internacional del Libro y prohibiéndoles no sólo a sus colaboradores sino a los integrantes de los otros dos poderes, Legislativo y Judicial, “poner un pie” en el recinto de la feria librera mas importante de habla hispana, que por supuesto diputados y magistrados acataron dócilmente?

La descripción de lo que el gobernador Alfaro le deja a la Universidad de Guadalajara en manos de los diputados no pudo ser mejor: “Dulce envenenado”.

La trascendencia de la decisión sólo ha sido aplaudido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el exterior, y por el rector general Villanueva Lomelí en el interior -aún con algunas reservas, pues no fue sino hasta el día siguiente del anuncio del gobernador que habló del tema a través de un videomensaje en redes-. Las voces del empresariado jalisciense, de los organismos civiles, de las organizaciones no gubernamentales, de otros poderes fácticos como la Iglesia, no se han escuchado al respecto. ¿Será porque saben que esta decisión tiene una alta connotación política-electoral y que, además, “ofrecerla” para que entre en el 2025 -si es que los diputados la aprueban antes de que concluya este año- no es garantía de que se cumpla?

La misma fotografía que acompaña a este texto, cortesía de la oficina de Comunicación de Gobierno del Estado, tiene un mensaje altamente político-partidista más que institucional, pues qué carajos hace la bancada legislativa de Movimiento Ciudadano detrás de los personajes principales cuando deberían de estar sentados en sus curules.

En otros tiempos, el anuncio del gobernador hubiese sido tema de varios días en las mesas de análisis y discusión, en los medios de comunicación, en las reuniones de café, entre los universitarios, en los discursos empresariales… Pero no. Fue “flor de un día” en las redes sociales y titular principal de los periódicos al día siguiente. No más.

En cambio, en torno a este trascendente anuncio lo que ha generado mayor expectación y ganado más espacio en las redes sociales, los medios de comunicación y en las mesas de análisis son otras dos cosas: 1. Si la iniciativa de Alfaro Ramírez lleva “jiribilla” para evitar que el Rector General sea candidato; y 2. Si Ricardo Villanueva se queda al frente de la UdeG o aceptará ser candidato a la alcaldía de Guadalajara.

Y es que eso de los “presupuestos constitucionales” ha perdido el peso y la trascendencia que realmente tiene, luego de observar que al Poder Judicial se le otorgó para el siguiente año y, en cambio, sigue actuando como dependencia de Casa Jalisco.

Por eso la pregunta recurrente hoy es: ¿Qué hay detrás de esa iniciativa de reforma a favor de la Universidad de Guadalajara? ¿Será, en verdad, un “dulce envenenado”?

Al tiempo….