Las clínicas 46 y 110 del Instituto Mexicano del Seguro Social son las designadas en Jalisco para recibir a los enfermos de coronavirus o Covid-19. Fue en la segunda de ellas en la que se registró el primer fallecimiento por esta causa, en condiciones cuestionables por la manera en que llegó y se le atendió.

Hay versiones que indican que el fallecimiento ocurrió el sábado 21 -inicialmente se manejó la influenza como causa-, pero fue hasta el lunes 23 cuando el gobernador Enrique Alfaro Ramírez anunció oficialmente la muerte de un adulto de 52 años que padecía diabetes y obesidad, pero nunca se reveló cómo fue que se contagió del virus. Pero lamentablemente esto es ya historia.

Lo que es una realidad, una preocupante realidad, son las condiciones en que el personal médico de éstas clínicas laboran y prestan sus servicios no sólo ahora enmedio de esta contigencia sino que ya es, lamentablemente, una condición normal a la que desgraciadamente se han acostumbrado, tanto médicos, personal de enfermería, residentes y , por supuesto, pacientes.

Sin embargo, hoy la situación es diferente, pues el personal médico de ambas clínicas se enfrentan a una pandemia en condiciones de indefensión, son soldados enviados a la guerra sin fusil, en donde está de por medio su propia vida. Pero no por ello bajan la guardia. Ahí están al pie, no del cañón sino de la camilla en que reposa cada enfermo de coronavirus a quien atienden en las peores condiciones: sin el uniforme adecuado, sin mascarillas o con mascarillas inadecuadas, con goglees en mal estado…

Lo patético del caso fue ver al personal médico de ambas clínicas salir el mismo lunes a las calles -por unos minutos porque tenían que regresar a laborar-, a protestar en demanda de equipo y medidas de protección personal. Y como ellos, en calles de otras entidades se vio la misma escena.

Ante la emergencia que vive el país, las autoridades del IMSS, encabezadas por su director general, Zoe Robledo, no sólo no pueden ser omisas a las demandas de su personal médico sino que su respuesta es de extrema urgencia, pues no pueden exponerlas de la forman en que lo están actualmente. Su propia vida está de por medio.

Héctor Robles Poiré, ex presidente municipal de Zapopan, es hoy Jefe de la Unidad de Evaluación de Delegaciones del IMSS, y si bien su responsabilidad no es directamente resolver estos problemas, no puede cerrar los ojos a lo que sucede en las clínicas de su estado natal y moralmente está obligado a intervenir para que la demanda del personal médico de las clínicas en Jalisco sea atendida de manera urgente.

Si el personal médico del IMSS -como el de cualquier otra clínica u hospital- de por sí realiza una labor titánica y humanitaria para salvar vidas, ¿por qué en emergencias como la actual -aunque debería ser siempre-, no se puede ver por su seguridad personal y atender sus demandas? Si el IMSS no responde pronto y atienda estas demandas, ¿no podemos llamarle criminal su indiferencia al grito de los médicos y personal de enfermería?

Hoy debemos hacer sentir a todo el personal médico que atiende a los enfermos de coronavirus, nuestro completo apoyo y respaldo; demostrarles que no están solos y que nos sumamos a su grito de auxilio para que las autoridades del IMSS atiendan sus demandas; solidarizarnos con ellos por el riesgo que enfrentan y el peligro que corren sus vidas.

Ayer fueron #YoSoy17. Hoy no tienen denominación alguna, pero indudablemente que ayer, hoy y siempre el personal médico serán nuestros “Héroes con bata”. Así, con mayúscula: Héroes.

No los abandonemos, no ignoremos su reclamo, no los dejemos solos…