Frustrado el primer intento por elegir al nuevo magistrado del Poder Judicial, en esta segunda ocasión estarán a prueba los acuerdos y las alianzas construidas por las diversas fracciones parlamentarias en el Congreso del Estado, para, ahora sí, decidirse por un nombre que venga a cubrir la vacante en el Supremo Tribunal de Justicia.
Las versiones coinciden en que los acuerdos están para que el elegido sea el exsecretario general de gobierno y ex candidato a la gubernatura por el PAN, Fernando Guzmán Pérez Peláez. Sin embargo… ahí está de ejemplo el pasado proceso en el que no pocos daban por hecho que el ex dirigente estatal panista, Gustavo Macías Zambrano, saldría electo magistrado. Y no fue así.
Mucho se ha dicho que en base al reparto de posiciones esta vacante le corresponde al PAN, y en este partido están a la expectaiva de que sus adversarios políticos cumplan con el acuerdo y respalden a quien ellos hayan propuesto como su candidato “oficial” -pues hay varios aspirantes cercanos a los grupos dentro de Acción Nacional- para integrarse al Poder Judicial.
En esta decisión, dicen, el PAN es deconfiado en cuando a la postura de los priistas, pues aseguran que no son pocas las veces que el PRI no cumple sus acuerdos, confiado en que finalmente es quien encabeza el Poder Ejecutivo y desde ahí puede hacer y deshacer a su gusto. En cambio, se dicen confiados en que pueden contar con el cumplimiento a la palabra de los diputados del PRD, del partido Verde Ecologista y hasta del partido Movimiento Ciudadano. A estos le apuestan los panistas. O, cuando menos, a saber quién sí y quién no sacará adelante a su candidato a magistrado.
En los corrillos del Congreso del Estado dicen que los priistas se están ganando la fama de ser incumplidos, de no cumplir con la palabra empeñada, de decir una cosa y hacer otra, de ahí que no obstante ser un número nada despreciable de diputados se busque armar alianzas y acuerdos ajenos a ellos o, cuando menos, a no atenerse o confiarse en que los votos comprometidos se conviertan en realidad en los hechos.
Sin embargo, cuentan que no es tanto que los diputados del PRI no tengan palabra, sino que en no pocas ocasiones reciben señales encontradas o confusas desde Palacio de Gobierno o Casa Jalisco y eso los hace asumir posturas contrarias a lo acordado en teoría.
Es por ello que los panistas están recelosos del PRI y no se confían en que los votos de sus diputados ya son suyos para sacar adelante a su candidato al Tribunal de Justicia. Pero no por ello dejan de cabildear lo necesario con las otras fuerzas políticas, aún si el tricolor cumpliera con los acuerdos asumidos.
Será, pues, cuestión de días para confirmar si el PRI en el Congreso sabe hacer honor a su palabra y a los acuerdos asumidos o seguirán dependiendo y actuando de acuerdo a la señal que les envíen del Ejecutivo, según el humor con el que hayan amanecido en Palacio de Gobierno o en Casa Jalisco.
Al tiempo.