Muy alerta deberá de estar Manuel Romo Parra, dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, para contrarrestar una posible reacción en contra que pueda generar entre la ciudadanía la actuación de su precandidato único y al mismo tiempo gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, tras la crisis en que ha sumergido a su entidad al querer ser él quien designe a quien cubra de manera interina su ausencia por seis meses, no obstante que la Constitución del Estado establece que esa facultad le corresponde al Congreso del Estado, lo que ratificaron para evitar cualquier mala interpretación los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los magistrados del Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial.

Así como sucedió en aquel zafarrancho organizado por simpatizantes y militantes de Movimiento Ciudadano a las puertas del Congreso del Estado -por el acceso de la calle Independencia-, cuando rompieron ventanas, dañaron la puerta y agredieron a personal del Legislativo que se encontraba adentro, aquel mediodía del sábado 14 de diciembre del 2013, presuntamente azuzados por el entonces presidente de Alianza Ciudadana, Enrique Alfaro Ramírez, así actuaron anteayer militantes y simpatizantes, plenamente identificados, que pretendieron “romper” la sesión en la que se eligió a Luis Ernesto Orozco Suárez como gobernador interino.

Samuel García tiene a Nuevo León sumido en una crisis política rayando en la ingobernabilidad que pudiera llevarla, incluso, a la desaparición de poderes.

Romo Parra tiene que evitar que la crisis de Nuevo León le “pegue” al proceso interno de Movimiento Ciudadano en Jalisco, y sus candidatos, empezando por el aspirante a la gubernatura, tendrán que actuar para evitar que el desánimo, el coraje o la irritación hagan presa de los jaliscienses y que, llegado el momento, pretendan cobrarle facturas a MC en Jalisco que se emitieron en Nuevo León.

Reitero: Las escenas que se vieron de lo sucedido en el Congreso de Nuevo León son similares a las que observamos aquí afuera de la parte trasera del Palacio Legislativo aquel 14 de diciembre de hace diez años. Y hoy, como en aquella ocasión, se negó que los violentos fueran militantes o simpatizantes de Movimiento Ciudadano, pero ante las evidencias gráficas -como ahora- no les quedó otra que reconocerlo y aceptarlo.

El ánimo de un gran sector de los jaliscienses ante los gobiernos emecistas -estatal y municipales- no es el mejor como para garantizar el triunfo electoral en el 2023. Y si a esto le sumamos las reacciones que puede provocar en el electorado la actitud inmadura y caprichosa de un muchacho como Samuel García que nada ha aprendido en los dos años que lleva como gobernador de Nuevo León, entonces mucho más complicado se vuelve obtener la victoria con un candidato, además, que no termina por reconciliar al interior del partido y cuya precampaña tampoco “levanta” como se creía que lo haría al postular a quien consideraron era el más popular entre los emecistas y que se vendió como el único con el que Movimiento Ciudadano ganaría la gubernatura.

Jesús Pablo Lemus y Samuel García Sepúlveda son muy parecidos: Jóvenes inexpertos e inmaduros políticamente, que no saben hacer política -a pesar del consejo del mentor de ambos, Dante Delgado, de que la política se hace diario-, y que creen que todos los problemas -hasta los causados por ellos- se resuelven culpando mil veces a otros o que basta atiborrar las redes sociales con sus argumentos o hacer ridículas actuaciones en Tok Tok.

Por eso, Manuel Romo debe de trabajar para evitar que el berrinche de Samuel García termine “salpicando” al proceso electoral de Movimiento Ciudadano en Jalisco.