Si bien para algunos fue exagerado el símil evocado por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, en el sentido de que al escuchar la frase “baños de sangre” se le venía a la mente el nombre de Jalisco -entre otros estados-, la verdad es que no estamos muy lejos de esta realidad que hemos visto en hechos registrados a lo largo de la actual administración y que se han recrudecido en las últimas semanas en lugares muy concurridos por la gente, principalmente en Guadalajara y Zapopan, sin minimizar lo sucedido en otras regiones del estado como Puerto Vallarta o Mazamitla, por señalar dos lugares de importancia turística.

La reacción de las autoridades ante estos hechos se resume en aquella tristemente frase del “se matan entre ellos”, pero que la realidad se ha encargado de “golpearle” la cara ante las víctimas colaterales de estos hechos en los que nada han tenido que ver y cuyo único error fue haber estado en el lugar equivocado a la hora equivocada. ¿Y qué han hecho esa autoridad ante esto? Recurrir a la consabida política del “avestruz”, creyendo que con esto los hechos de sangre no existen.

Pues, bien, el Congreso del Estado recibió ya la minuta que avala ampliar la labor del Ejército en tareas de seguridad pública en las calles del país hasta el 2028, y que requiere la aprobación de 17 congresos estatales por ser una reforma constitucional. Jalisco tiene una Legislatura con mayoría de diputados de Movimiento Ciudadano y del Partido Acción Nacional, cuyos legisladores federales votaron en contra. La pregunta es: ¿Será en el mismo sentido la postura de estos diputados locales cuando se someta a discusión ante el pleno?

Coincidencia o no, en las últimas semanas las calles de la zona metropolitana, y de algunos otros municipios del resto del estado, han sido escenario de balaceras y asesinatos a plena luz del día y en lugares, reitero, bastante concurridos. Y ahí han estado elementos de la Guardia Civil y del Ejército, no sólo apoyando a las corporaciones policías municipales y del estado, sino en algunas ocasiones cubriendo la ausencia de éstas, como sucedió hace algunas semanas en la zona de la plaza Landmarck que valió que el propio gobernador Enrique Alfaro Ramírez agradeciera que si no hubiera sido por la presencia de los militares, quizás las consecuencias hubiesen sido funestas.

Con este escenario de “baños de sangre” -no hay modo de negarlo- en las calles del área metropolitana de Guadalajara, donde casi el 80 por ciento de sus habitantes se sienten inseguros y poco más del 70 por ciento considera que los índices de inseguridad seguirán igual o peor que ahora, ¿qué postura asumirán la llamada bancada “naranja”, que encabeza Gerardo Quirino Velázquez, o la bancada “joven” que preside Claudia Murguía, frente a la minuta que pronto estará en discusión?

El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, declaró anteayer en el Estado de México que el gobernador Enrique Alfaro sí quería la presencia del Ejército en las calles de Jalisco, pero que no quería aprobar la reforma por instrucciones del jefe de su partido, en alusión al senador Dante Delgado.

¿Los diputados de MC le harán caso a Dante delgado, pese a los hechos de sangre que los jaliscienses enfrentan un día sí y el otro también, apostándole a que las corporaciones del estado y los municipios son suficientes para enfrentar a la delincuencia organizada y no organizada? ¿Seguirán los diputados panistas la misma línea marcada por sus correligionarios federales?

Quizás lo menos importante sea que el Congreso de Jalisco no apruebe la minuta, pues quizás su voto a favor no sea necesario y sean otras entidades las que sumen los 17 que se requieren para aprobar la reforma constitucional. Lo verdaderamente importante es de qué manera reaccionará el gobierno federal al voto en contra que emita la mayoría legislativa, porque no es gratuito el “golpeteo” de Adán Augusto, cuyo diferendo con el gobernador Alfaro no se ha zanjado.

Y si no, al tiempo…