Gilberto Pérez Castillo

En las filas del PRI en Jalisco saben que ese partido está en condiciones de recuperar una buena parte de los cargos de elección popular que hoy están en manos del PAN, entre ellos las alcaldías de la zona metropolitana.

Sin embargo, muchos priistas reconocen que la caballada está flaca y que no existen liderazgos fuertes y visibles que puedan hacer pensar que vaya a ser fácil tomar la decisión de quiénes habrán de ser los candidatos a las presidencias municipales de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco.

El PRI no se ha caracterizado en los últimos años por ser un partido formador de cuadros políticos.

En esa condición, existen en el PRI políticos de la vieja guardia que ya tienen cansado al electorado de tanto presentarse como candidatos y de tantas derrotas que han acumulado en su trayectoria.

En contrapartida, hay una generación de priistas ya no tan jóvenes, pues andan ya rondando los 40 años, que siguen esperando una oportunidad de ser candidatos no de relleno, sino en las principales posiciones.

Pero en el PRI los viejos priistas aún ven a estos cuarentones como los muchachos y se niegan a hacerse a un lado y promover una renovación generacional que le urge a ese partido desde hace más de una década.

Así, ante el 2009, el PRI se enfrenta a un laberinto con una sola salida, si quiere tener viabilidad como partido político y como partido que aspira a ser otra vez gobierno. La única salida es la renovación generacional en las candidaturas para el 2009; la otra opción es seguir dando vueltas sin rumbo sobre los mismos pasos.