Sin duda alguna, en el tema del Primer Informe de Gobierno de Jorge Aristóteles Sandoval la atención se la ha robado la llamada Glosa Ciudadana, ejercicio inédito que ha generado críticas y alabanzas pero que propios y extraños han reconocido como una acción positiva.
La Glosa Ciudadana, inclusive, le quitó reflectores al evento central del mensaje del Mandatario estatal organizado en el patio central del Palacio de Gobierno.
Pero el que prácticamente ha sido “borrado” del escenario en este Informe de Gobierno, no obstante ser la máxima representación popular y ante el que el gobernador está obligado a rendir cuentas, es el Poder Legislativo, cuyos diputados están sumidos en el desprestigio.
El Congreso del Estado ha pasado a un segundo plano convirtiéndose, lamentablemente, en una institución muy devaluada, gracias no sólo a la actuación de los integrantes de pasadas legislaturas sino también, valga decirlo, a la en no pocas ocasiones irresponsable crítica de quienes ansían atraer los reflectores de la opinión pública con meros intereses personales y/o de grupo.
Hay quienes festinan que, “afortunadamente”, dicen, ya se acabó aquello que era llamado el “Día del Gobernador”, sin darse cuenta que lo único que ha cambiado es la forma porque el fondo sigue siendo el mismo: el Gobernador es la máxima estrella de un momento como el que vivimos el martes pasado.
En un evento como éste, donde debería de ser el co protagonista, el Poder Legislativo -quizás porque se lo ganó a pulso- ha sido enviado a un segundo plano,  perdiendo el terreno ganado a partir de que se dio la alternancia en Jalisco en 1995.
Hoy el Poder Legislativo no merece mas que el segundo de abordo del Ejecutivo, en este caso el Secretario General de Gobierno, acuda a cumplir con el mandato de ley de tocar la puerta del Palacio Legislativo y entregar el paquete que contiene el informe de gobierno. No más.
Incluso, los propios diputados aportaron su cuota de automenosprecio al darle a este ejercicio republicano -dicen pomposamente los ortodoxos de la política-, no más importancia del que va a la Oficialía de Partes a entregar cualquier comunicado, pues no tuvieron la visión de darle nivel al acto y convocar a una sesión de pleno ex profeso.
Claro, quizás no lo hicieron porque el titular del Ejecutivo ni siquiera tuvo la atención de ser él quien entregara en manos del Presidente del Poder Legislativo, representante del pleno, el documento.
La verdad, qué triste papel del Poder Legislativo en un acto que representa nada menos que el cumplimiento de una obligación que la propia ley le impone al titular del Ejecutivo, que es rendirle cuentas a la ciudadanía jalisciense a través de quienes ésta eligió para que fueran sus representantes.
Ojalá y alguien, en los restantes cinco años que le quedan a la actual administración, tenga la valentía de exigir tanto al Legislativo como al Ejecutivo, que sus titulares no incurran en el error de seguir devaluando a nuestras instituciones.
Y menos… a las que ellos mismos representan.