A lo largo de su encuentro con funcionarios del área de Panteones y cuyo diálogo se dio a conocer públicamente a través de una grabación, Elisa Ayón Hernández, aun regidora del PRI en el Ayuntamiento de Guadalajara, se describió así misma:
“No soy la Virgen de Guadalupe. Si fuera la Virgen de Guadalupe, Dios me tenía en un pinche nicho en una iglesia y era Santa Elisa. Y persígnense, cabrones… No soy Santa Elisa. Soy una mujer que me ha costado mucho trabajar por el bien de la sociedad…
“Yo no soy una mujer malagradecida, jamás voy a ser una mujer malagradecida. Lo que sí soy es una hija de la chingada, ¿eh?… una hija de la chingada…
“Que digan lo que quieran: pendeja no soy, ratera no soy, corrupta no soy. Y pónganme los calificativos que quieran. Yo soy una mujer que me gusta actuar en la manera en que debemos de hacerlo…
“Yo no soy una mujer traidora…
“Soy mujer. La mujer no significa debilidad, el ser mujer significa fortaleza…
“Yo no soy mala, no soy mala, yo no soy mala…
“Nomás les voy a demostrar tantito para que vean quién soy…”.
Luego, en ese largo encuentro con trabajadores de Panteones que dejó al descubierto lo que siempre se ha sospechado, lo que muchos conocían, pero nadie se atrevía a revelarlo puntualmente, pero que evidenció con cada palabra la propia Ayón Hernández al tomar como propios y objetos a empleados de esta área, dijo:
“El desmadre del Ayuntamiento de Guadalajara es el panteón en general. Porque es un pinche desmadre… Yo lo que necesito nada más es orden en panteones, porque hay un desmadre en panteones… Lo que quiero es nada más que entiendan: orden, orden en este pinche desmadre. Nada más…”.
A sus interlocutores, entonces, les quiso dejar muy claro su sello:
“Yo tengo que poner orden. ¿Cómo? A mi estilo…”.
Y luego les pronosticó:
“Y voy a ser su gobernadora. Y les digo desde ahorita: con ustedes o sin ustedes. Por eso estoy haciendo mi equipo de trabajo. No me van a detener. Ni yo a ustedes ni ustedes a mi…”.
Fue allí donde Elisa Ayón Hernández falló, porque uno de sus interlocutores, uno de los que la escuchaban sí fue capaz de detenerla. Primero, al grabar todo lo que ahí dijo y, después, al  “filtrarla” al regidor Juan Carlos Anguiano quien la hizo pública ante los medios de comunicación y que al conocerse públicamente terminó parándola “en seco” en sus aspiraciones políticas: fue destituida como secretaria general del Comité Municipal del PRI en Guadalajara y le fue “recomendado” -tanto por el alcalde Ramiro Hernández como por el dirigente estatal de su partido, Hugo Contreras-, que solicitara licencia como regidora en el Ayuntamiento tapatío.
Sin duda que pronto se dará a conocer su separación como regidora… a menos que prefiera declararse “independiente”. Lo dudo.
El “desmadre” que Elisa Ayón denunció existe en los panteones de Guadalajara, dio motivo para que ella armara su propio “desmadre” con el personal de la Dirección de Panteones, desmadre que la llevó a cavar su propia tumba… política.
No hay duda de que políticamente Elisa Ayón está “muerta”. De esta no resucita aunque sea “Santa Elisa”. Su fulminante destitución como secretaria general del PRI en Guadalajara y su inminente salida como regidora es muestra de que su carrera política terminó.
Nadie ha salido en su defensa… ni saldrá.
Por el contrario, la dirigencia de su propio partido reaccionó rápidamente en su contra, sin duda con el aval del gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. Y el alcalde Ramiro Hernández, su jefe en el Ayuntamieto de Guadalajara, fue el primero en salir a pedirle públicamente que se retire como edil, sin duda previamente acordado con el titular del Ejecutivo, con el presidente de su partido y hasta con la propia Ayón Hernández.
Y si tienes a tu propio partido en contra y ningún correligionario, por mucho que lo haya metido a trabajar en la Dirección de Panteones, sale en tu defensa, entonces tu suerte esta echada.
La suerte de Elisa Ayón Hernández está echada: hoy es un “cadáver” político. “Murió” políticamente a causa de su desmadre por el desmadre en Panteones.