Nadie pone en duda que el bosque La Primavera requiere de mayores cuidados, al igual que otras reservas ecológicas y climáticas que están en riesgo dentro y alrededor de la zona metropolitana de Guadalajara.

Pero lo que sí está a debate es que el Gobierno de Emilio González Márquez no tenga otra opción, más que la creación de un nuevo impuesto, para conseguir los recursos necesarios para reforestar y proteger a La Primavera.

Aunque se diga que no es mucho ponerle un cobro extra de 4 pesos mensuales a los pagos que los ciudadanos deben hacerle al Siapa por el agua que consumen, lo cierto es que la economía de muchas familias sí tendrían una repercusión por esos 48 pesos anuales que se les incrementarían a sus cobros.

Pero, además, es de considerarse que para crear un nuevo impuesto, por muy pequeño que parezca, un Gobierno primero debería comprobar dos cosas:

  1. Qué los impuestos que está autorizado a cobrar se cobran en su mayoría y que éstos no son ya suficientes para sostener el gasto público que se requiere para resolver los problemas públicos de la sociedad,
  2. Que no existe ya ningún gasto superfluo que pudiera eliminarse en el Gobierno para justificar un nuevo cobro.

Es decir, para que Emilio González pueda tener la autoridad moral de imponer un nuevo impuesto, aunque trate de disfrazarlo luego de voluntario, tendría primero que asegurarnos que su Gobierno cobra totalmente todos los impuestos que está autorizado a cobrar y que éstos son insuficientes para cubrir las necesidades de gasto público.

Como se sabe, muchas de las cantidades que el Gobierno podría cobrar vía impuestos no llegan a las arcas públicas por la ineficiencia de los gobernantes para hacer que todos los que deben pagar impuestos lo hagan. Resulta ilógico que si aún hay muchos impuestos por cobrar se opte por la vía fácil de seguir castigando a los causantes cautivos, como son los contribuyentes del Siapa, en lugar de aumentar la eficiencia en la recaudación de impuestos.

Por otro lado, el Gobernador Emilio González también debería convencernos primero que en su Gobierno ya no existen gastos superfluos que eliminar.

Pero lo cierto es que sabemos que, sobre todo en los últimos tiempos, el Gobierno del Estado y los Ayuntamientos han venido incurriendo en la grave irresponsabilidad de aumentar el gasto público corriente sin que esos aumentos se justifiquen o se reflejen en más y mejores obras y servicios públicos.

El aumento en las Nóminas, el exceso de mandos medios bien pagados pero inútiles, los bonos que se otorgan los funcionarios, los elevados e injustificados finiquitos, los elevados gastos de representación y de sobresueldos disfrazados de apoyos a la función pública, los gastos de mantener la Casa Jalisco como residencia del Gobernador, los abusos en los viajes de los funcionarios y otros rubros nos dicen muy claro que primero el Gobierno de Emilio González debería apretarse el cinturón en el nivel de gasto antes de pedirnos que paguemos nuevos impuestos.