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Julio César Hernández
El que persevera, alcanza, podrá decir con orgullo Enrique Alfaro Ramírez, quien al mediodía rindió protesta como el primer presidente municipal de Tlajomulco de extracción perredista, no sin enfrentar varios obstáculos en el camino, aun los colocados por sus propios correligionarios.
Integrante de la corriente lópezobradorista -y, por ende, con una relación bastante “epsinoza” con la dirigencia de su partido, identificada con “LOs Chuchos”-, Alfaro Ramírez tendrá que demostrar que no fue “flor de un día” y cargará con la responsabilidad no solo de hacer un buen gobierno pese a su juventud sino de demostrar que el PRD es capaz de saber gobernar un municipio metropolitano.
Claro que tiene su mérito haber ganado las elecciones del pasado cinco de julio, pero también hay que reconocer que los pésimos gobiernos priistas y panistas de los últimos años le allanaron el camino a la victoria. Y uno de sus retos será, precisamente, deslindarse no sólo de lo realizado por su antecesor Antonio Tatengo sino de aquellos panistas y priistas de no muy buena fama con los que se dice que hay acuerdos para gobernar.
Alfaro Anguiano decidió integrar a su equipo de colaboradores a militantes de otros partidos, quizás por falta de perredistas que le llenen los huecos, pero seguramente no tendrá mayores problemas porque aquellos no responden a corrientes concretas dentro de sus partidos.
No será fácil gobernar un municipio de las dimensiones de Tlajomulco ni con los grandes problemas sociales que padece, pero Enrique Alfaro no dudó en echarse la ruedo y ahora tendrá que hacerle frente a cuanto toro le salga al paso.
Por ser el primer gobierno perredista en la metrópoli y por ser un hombre que ha levantado simpatías hasta entre quienes no comulgan con él, Enrique Alfaro Ramírez tendrá la atención puesta como no la ha tenido ningún gobernante de Tlajomulco.
¿Saldrá airoso o será debut y despedida? Sólo de él depende.