hernan-cortes-y-emilio-saludo-solos
Julio César Hernández
Lo sucedido hasta ahora al interior del Partido Acción Nacional bien podemos enmarcarlo en aquello del “gatopardismo”: cambiar para que todo siga igual.
Sí, hubo cambio de dirigente estatal. Salió Eduardo Rosales Castellanos y en su lugar quedó Hernán Cortés Berumen. Pero hasta ahí… por ahora. Todo lo demás prácticamente sigue igual, en espera de que llegue la oportunidad de advertir algún cambio en los hechos.
Y no teníamos por qué esperar un cambio ahora cuando el día de la elección y tomar posesión del cargo, Cortés Berumen apeló a la voluntad de toda la militancia para trabajar con unidad y en beneficio del partido. Sin embargo, para entonces, cuando pronunció su discurso, los consejeros de la franja “emilista” ya se habían retirado del auditorio, dándonos la primera muestra de que, de su parte, la voluntad estaba ausente.
Luego, de parte de los “paquistas-rosalistas”, la ausencia de cambio y voluntad se hizo presente cuando se conocieron los integrantes del Comité Estatal: solo dos “emilistas” de cepa en la lista: Francisco Padilla y María Elena Cruz Muñoz.
Y pese a ser sólo dos de la corriente contraria, ni así fueron considerados para ocupar una cartera en el comité estatal, quizás por no haberse presentado, de entrada, a la primera sesión del comité del que forman parte. Las carteras se quedaron en manos de los “paquistas-rosalistas” y sólo una se entregó a un aliado: la de Fomento Deportivo, para Rodolfo Ocampo Velázquez.
Así, por ahora, nada cambia en el PAN. Todo sigue igual, en tanto no haya señales de voluntad para que las cosas sean diferentes. Y para que eso suceda, quizás tengamos que esperar sentados.