Si el encuentro a puerta cerrada entre el próximo jefe de gabinete de Andrés Manuel López Obrador, Alfonso Romo, y un grupo de empresarios jaliscienses fue como lo revelaron las crónicas periodísticas recogidas en voz de éstos últimos al final del encuentro, podemos concluir que fue un fracaso total.

De entrada, Romo vino prácticamente a “una visita de doctor”, de entrada por salida, pues no sólo fue corta la reunión sino que los hombres de empresa perdieron el tiempo en asuntos intrascendentes como solicitarle que se combata la plaga de mosquitos en el aeropuerto internacional (Milenio) o al grado de manifestar una obsesión inexplicable por la designación de Carlos Lomelí Bolaños como coordinador general del próximo gobierno federal, a lo que el propio Alfonso demostró ignorar a detalle cuál será su función.

Se equivocan quienes creen que Lomelí Bolaños debió de haber estado presente en esta reunión y que su ausencia fue un despreció del empresario regiomontano o un mensaje de minimizarlo, pero la verdad es que nada tenía que hacer ahí cuando, reitero, se ignora cuál será su función, hasta dónde llegarán sus atribuciones y cuál será realmente su responsabilidad. ¿Qué caso tenía entonces que acudiera a ésta reunión?

Pero sin duda alguna fue un craso error de los empresarios haberle manifestado a Alfonso Romo su animadversión por Lomelí Bolaños, pues finalmente el presidente electo López Obrador ya tomó la decisión de qué papel tendrá el ex candidato de Morena a gobernador y nada lo hará cambiar de parecer. A esto súmenle que el futuro coordinador general ya sabrá lo que un grupo de empresarios, con nombre y apellido, piensan de él.

La conducta de esos empresarios frente a Romo dejó en evidencia, primero, su falta de tacto y prudencia; segundo, que si las peticiones que le hicieron al próximo futuro federal es lo que aseguran las crónicas periodísticas, entonces andan muy perdidos y no saben qué conducta asumir ante un gobierno federal en el que, al parecer, no confían, y que, por el otro lado, pareciera que no quieren quedar mal con el próximo gobierno estatal que encabezará Enrique Alfaro.

Por otro lado, se reveló que Romo designó a José Luis González Íñigo como su enlace con el empresariado jalisciense, y hubo quien lo festinó porque era como que se hacía a un lado a Carlos Lomelí, cuando no tiene que ver una cosa con la otra, pues Lomelí será el enlace de Jalisco con el futuro presidente de la República, mientras que Romo y demás funcionarios federales podrán reunirse con quien nquieran a través de quien ellos quieran, pero difícilmente caminarán en sentido contrario al que marque desde Palacio Nacional López Obrador.

Así es que más les valdría a esos empresarios que manifestaron su oposición a Carlos Lomelí -lo que quiere decir que no votaron por él, por supuesto-, a conducirse con mayor sensibilidad y tacto político, pues asumir una postura en contra de las decisiones presidenciales podría no tenerles buenos augurios.

Y si no, al tiempo.