El Gobernador del Estado, Enrique Alfaro, sorprendió a propios y extraños con un mensaje en sus redes sociales junto con una serie de fotografías de “alto impacto”, mostrando la temible y desgarradora violencia que vive en su estado; sí, en el estado en el que vive y en donde gobierna su frivolidad.

En sus plataformas de Facebook y Twitter se podía leer: “Apenas ayer llegaron 275 bicicletas públicas nuevas para la ciudad y vean nada más cómo fue vandalizada una de ellas. ¿Así cómo?”

En los primeros minutos de la publicación los bots hicieron su chamba de apoyo total al jefe señalando a diestra y siniestra “la terrible noticia de la bicicleta vandalizada”; otra vez, apuntando con el dedo hacia la sociedad y haciéndola culpable.

Con ese mensaje, Enrique Alfaro mostró la falsa realidad que él y su gobierno perciben de la Zona Metropolitana de Guadalajara; una realidad en la que suceden “tragedias” orquestadas por fuerzas “extrañas” y malignas escondidas en los sótanos del poder, las cuales están encaminadas a descarrilar a su gobierno qué va viento en popa, recurriendo a todo tipo de acciones, como provocar incendios en La Primavera y obstaculizar la compra de insumos médicos o el proceso de vacunación contra el COVID-19.

Lamentable, mientras circulan las terribles imágenes de la bicicleta vandalizada, el Gobernador guardó silencio sobre la otra realidad que vive esta misma ciudad, esa que despertó ese día con imágenes -que posiblemente consideró menos violentas- sobre el rezago e ineficiencia del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses que mantiene apilados en el piso decenas de cadáveres en espera de ser identificados. Porque mientras Enrique Alfaro presume la adquisición de bicicletas y condena el daño a una de ellas, nada dice sobre la tragedia, el dolor y la desesperación que viven a diario miles de personas por la desaparición de hijos, hermanos, padres o familiares; del hallazgo un día sí y otro también de fosas clandestinas; de los feminicidios y la violencia de las que son víctimas las mujeres; de la impunidad de la que goza el crimen organizado en Jalisco.

Pero ésta es la otra ciudad, una en donde un “Valiente” candidato estaba pendiente de la más minima señal de humo en La Primavera, por ejemplo, para señalar la incompetencia del Gobernador en turno y pedir su renuncia, o la ciudad en donde en el 2018 ese valiente candidato prometía que gobernaría con “dignidad y vergüenza”, porque según él eso era lo único que le faltaba a nuestros gobernantes: “vergüenza”, eso y querer a la ciudad. Así lo exclamaba Enrique en cada barrio que se paraba arriba de un banquito para pedir la confianza y el voto de los ciudadanos. Pero para desgracia de muchos, Alfaro llegó para gobernar a otra ciudad, a otro estado y a otros ciudadanos. Nos perdimos pues la posibilidad de vivir en la realidad que percibe a Jalisco, como la “Suiza de Occidente” y en la “Kidzania” en la que le tocó Gobernar.

¿Así cómo, Enrique Alfaro?