Para Enrique Alfaro Ramírez, presidente municipal de Guadalajara, la “travesura” de su discípulo y jefe de Gabinete, Hugo Luna Vázquez, en el audio que se difundió de su encuentro con un dirigente de locatarios del mercado Corona, se remite al lenguaje que utilizó. Así lo dijo:
“Tengo que empezar por lo básico: lamento la manera en que se expresó Hugo Luna, los términos que utilizó y las aseveraciones que hizo…”.
Como “hijo regañado”, horas después el propio Luna Vázquez aceptó la llamada de atención de su mentor: “Mis excesos en el lenguaje no se deben de repetir…”.
Para ambos, todo el contenido del audio que generó la inconformidad del Poder Judicial, cuyo presidente Luis Carlos Vega Pámanes alzó la voz, pero particularmente de los magistrados del Tribunal Administrativo del Estado que emitieron un comunicado “pintando su raya” de cualquier sometimiento a un alcalde; y de los regidores y diputados del PAN y del PRI, se resumió a la utilización de un lenguaje inadecuado para un funcionario público.
Para Alfaro y Luna, todo se soluciona con “una disculpa” y un “no lo vuelvo a repetir”.
Pero hagamos un ejercicio: borremos del audio ese lenguaje que molestó a Enrique Alfaro y que Hugo Luna lo expresó con naturalidad y fluidez . Borremos: “si es a putazos…”, “un pinche manotazo…”, “lincho al pinche…”, “le rompo su madre…”, “tengo cabrones…”, “traigo en chinga…”.
Estas expresiones fueron el punto central del posicionamiento de Alfaro Ramírez sobre la grabación difundida y a la que el propio Luna Vázquez le dio plena validez:  “Sí, yo soy el de la grabación…”.
Pero no creo que dichas “palabrotas” -como dicen las madres y abuelas- hayan sido el motivo para que el PRI y el PAN, así como el representante de un grupo de locatarios, pidieran la destitución de Hugo Luna, como tampoco fue la causa de que el presidente del Poder Judicial de Jalisco tuviera que convocar a una rueda de prensa para hablar sobre lo dicho por el jefe del Gabinete alfarista, ni lo que originó el comunicado del Tribunal Administrativo del Estado.
En este sentido, que “el que esté libre de culpa que lance la primera piedra…”. Seguro que ninguno y sí muchos lo que podrían lanzar es una mentada.
No, el motivo de la protesta fue que uno de los hombres más cercanos a Alfaro y que es nada menos que su jefe de Gabinete, con arrogancia asegurara que un alcalde, una autoridad municipal, tiene en sus manos a miembros del Poder Judicial, en este caso del TAE, y que basta un “manotazo” del alcalde -quiten ustedes lo de “pinche”-  para que los magistrados tiemblen, al tiempo de asegurar que éstos ya se rindieron ante presidente municipal. “Nos están pidiendo esquina”, dijo Luna.
La razón de la protesta no es que haya dicho que “les rompe la madre” o “lincha” a los magistrados, sino que amenace con actuar en su contra con la dócil actuación de los diputados del Partido Movimiento Ciudadano: 14 locales y los 25 federales, asi como de algunos de sus amigos “que les traen ganas”, si aquellos osaran resolver a favor de los locatarios y en contra del Ayuntamiento, aún si fuera dentro de la ley.
Tampoco la inconformidad de quienes condenaron lo que Hugo Luna dijo es porque traiga “en chinga a los constructores”, sino porque puso en evidencia que no es bajo las reglas de la ley y los reglamentos como las constructoras realizarán o no obra pública en Guadalajara y eventualmente en el estado, sino porque eso dependerá del capricho y la voluntad de quien gobierna.
Por supuesto que se aplaude que ningún gobierno, de cualquier nivel y color, se deje chantajear por nadie, pero no se puede amedrentar a un grupo de comerciantes que pelean por lo que ellos -los locatarios- consideran que es su derecho, y que para ello recurran a las instancias legales existentes, las mismas a las que la autoridad municipal puede recurrir para combatirlos.
Todo esto es el fondo del problema, no los “pinches”, “putazos”, “cabrones” o “chinga” que se hayan expresado cuantas veces se hubiera querido.
Ya por la noche, después del “regaño”, Hugo Luna confesó en su cuenta en Facebook: “La lección ha sido dura…”.
Quizás le dolió que su mentor lo haya “regañado” por no regirse con el Manual de Carreño y lo haya amenazado con que de volver a suceder le lavaría la boca con jabón.
De ser así, por supuesto que cualquier lección es dura.