El pasado fin de semana estuvo en Guadalajara el senador sin partido -renunció al PRD-, Armando Ríos Piter, para ofrecer una conferencia con el tema de los candidatos independientes, como aspirante con esta calidad a la presidencia de la República.
Días previos, en la Ciudad de México el ex canciller Jorge G. Castañeda hizo pública su declinación como aspirante independiente por segunda ocasión a la presidencia de la República y anunció que lo hacía a favor de Ríos Piter, quien tomó dicha estafeta y ahora se encarga de enarbolar la propuesta que fue bandera del autor de “Amarres perros”.
La bandera que Castañeda pasó a Ríos Piter es promover que haya un solo candidato presidencial independiente, “pues eso brindaría la posibilidad de darle un mayor foco de atención al que represente el movimiento. Hay que transmitirle a la ciudadanía que desde la ruta independiente se puede ganar, porque si no le generamos un tejido demasiado complejo al ciudadano”, declaró en una entrevista con El Informador.
Si ningún otro de los aspirantes sin partido le hizo caso a Jorge Castañeda, ¿por qué deberían de hacerle caso a Armando Ríos?
En su momento, aquellos lo aceptaron siempre y cuando los demás aspirantes declinaran a su favor. Así lo declararon Jaime “El Bronco” Rodríguez y Pedro Ferriz de Con, mientras Álvarez Icaza no se ha referido al asunto.
La verdad es que Ríos Piter no ofrece nada nuevo que no lo ofrezcan aspirantes con o sin partido, y en ese sentido no hace atractivo el voto por un candidato independiente. Habla de tres ejes como su propuesta, pero tampoco ninguno de ellos parece ser el atractivo para sumar adeptos: 1. Reestablecer el estado de derecho; 2. Redistribuir la riqueza; y 3. Igualdad de reglas para todos: riqueza y capacidad de crimiento equitativo para todos.
¿Dónde está el “plus” que ofrece Ríos Piter como aspirante independiente como para convencer a la ciudadanía que vote a su favor?
No basta con renunciar al partido en que se milita -por las razones que sea, reales o “maquilladas”- y declararse “independiente” para que los ciudadanos volteen a verlo. He preguntado que hasta dónde se puede considerar a un político “independiente” cuando tiene largos años de militar en un partido político y se aleja de él por el hecho de que las circunstancias ahora no le fueron favorables.
Ese es el caso de Ríos Piter y de muchos otros más que abandonan a sus partidos a los que les deben ser lo que son en la política. No puede creerse que de la noche a la mañana un político se convenza de que su partido no es lo que siempre creyó que era y decide abandonarlo para “purificarse”.
Por eso no tienen credibilidad o éxito, por el momento, quienes se despojan de la casaca partidista y quieren entrar a la cancha como “independientes”.
Con este panorama, creo que Armando Ríos Piter se quedará con la intención de aparecer en la boleta electoral para habitar Los Pinos.
Y si no, al tiempo.