Pese a que al darles la bienvenida les dijeron que “esto no es ni quiere ser un debate porque ya sabemos lo que sucede”, los candidatos a la gubernatura demostraron ante estudiantes universitarios que o no saben o no quieren debatir como en la imaginaria todo mundo querría que lo hicieran.
Y con ello quedó comprobado que no es cuestión del formato lo que asegura el éxito o no de un debate, sino de la capacidad de los debatientes para darle vida a este ejercicio.
Así se confirmó ayer en un abarrotado auditorio de la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA) a donde acudieron Fernando Guzmán Pérez Peláez, Fernando Garza Martínez, Enrique Alfaro Ramírez y María de los Ángeles Martínez Valdivia, candidatos del PAN, PRD, PMC y PANAL.
El gran ausente en este debate y en todos aquellos que no organice el Instituto Electoral fue el priista Aristóteles Sandoval, a quienes los estudiantes abucrearon cuando se anunció que no asistiría, pero se disculpaba.
Más allá del aplausómetro que se lo llevó Alfaro Ramírez y el “dardo” que le lanzó un joven al gritarle “¡¿Qué tal están las cubanas?!”, en referencia a su aquél polémico viaje a la isla caribeña, los cuatro candidatos tuvieron todo para realizar un verdadero debate en toda la extensión de la palabra, pues no tenían restricción alguna más que el tiempo de su intervención -igual para todos-, pero no lo aprovecharon.
No quisieron o no supieron.
La única diferencia entre este encuentro ante universitarios y el del pasado martes uno de mayo en Canal 44 fue que el moderador no le llamó la atención a Fernando Guzmán públicamete por mostrar papeles -que no los llevó-, aunque sí en privado se le dijo a uno de sus colaboradores que retiraran el globo aerostático que volaba por encima de los edificios universitarios, “por cuestión de equidad”, se le explicó.
No sé si los candidatos se invadieron del ambiente festivo de los jóvenes y por ello se dedicaron a hablar o debatir sobre banalidades y no abordaron ningún tema de fondo que le diera el nivel del debate que todos esperamos.
Así, nunca le dijeron a los estudiantes qué podían esperar de quien llegara al gobierno del Estado cuando ellos egresaran de la universidad; no les explicaron qué piensen hacer y cómo para que al concluir sus estudios puedan ejercer su carrera y no se sumen al desempleo o al comercio informal; no abundaron en qué hacer y cómo para lograr un efectivo combate a la inseguridad pública o al consumo de drogas…
Vamos, no les hablaron a los estudiantes de aquello que como jóvenes deberían de saber de quien aspira a convertirse en el próximo gobernador.
En cambio, sí se enredaron en la intrascendente discusión de quién quitó la materia de civismo del programa escolar, si los panistas o los priistas o si reprobar la prueba Enlace es porque se leen o no bien las instrucciones, además de que plantearon buenos deseos como que los partidos deben de ser sostenidos económicamente por sus militantes y no por el erario público.
O escuchamos lugares comunes como de Alfaro, que no cree en los partidos políticos, que busca romper con la lógica de los partidos y recuperar la dignidad de la política, que el municipio de gobernó -Tlajomulco- es el más transparente, que la educación está secuestrada por caciques…
En fin. Ahora comprobamos, pues, que el éxito de un debate no está en el formato del mismo sino en la capacidad de cada uno de los participantes.