Los diputados salientes parecen estar dispuestos a empezar a “ponerle la mesa” a quienes los sucederán en el cargo, y a la desaparición de la Junta de Coordinación Política del Congreso podría seguirle otra reforma de gran trascendencia que vendría a acabar también con una larga historia de oscuras negociaciones, de chantajes y de acuerdos “bajo la mesa” para beneficios particulares.
Se trata de reformar la Ley Orgánica del Poder Legislativo para acabar con la unanimidad obligatoria en la toma de decisiones de la Comisión de Administración.
Lo que, como todo, inicialmente se consideró una buena medida para evitar la apabullante mayoría que en ocasiones da motivo a abusos de quien la tiene, llegó a modificarse de manera tal que acabó con el sano propósito de su creación. Pero no sólo eso. Llegó prácticamente a prostituirse al asumir una posición a favor o en contra según la oferta que se tenía, de acuerdo a las ganancias que pudiera obtener no sólo una bancada sino simplemente el diputado que formaba parte de esta Comisión.
La “unanimidad” en la Comisión de Administración llegó a negociarse a cambio de beneficios; y favores llegó a venderse y muy caro para quien se dio cuenta de que su voto en esta Comisión llegaba a valer “oro”. Y así sucedió.
Ante tanto “cochinero” en que han incurrido ésta y las pasadas Legislaturas, la “unanimidad” en la Comisión de Administración ya no tiene razón de ser ni es una medida obligada para evitar irregularidades e ilícitos.
Hoy, como han dicho los promotores de esta reforma, se hace necesaria nuevamente la toma de decisiones por el camino de la mayoría en esta Comisión -como lo es en todas las demás-, acompañada de una obligada transparencia en las decisiones que se toman y en su ejecución.
Y de esta manera, además, no se pone freno a decisiones que actual y anteriormente se tomaban siempre y cuando hubiera “beneficio” para quien aprendió muy bien a vender su voto.
Ya no es posible que la “unanimidad” esté sujeta al mejor postor, donde prácticamente las fracciones mayoritarias eran colocadas al nivel de aquellas que sólo integraban uno o dos diputados y eran rehenes de éstos a cambio de un solo voto. Que no salgan con que es lo mismo una bancada de 20 que otra de dos, porque finalmente todos son diputados.
No. Hoy es momento de corregir muchas cosas que al paso del tiempo se han descompuesto al interior del Congreso del Estado y que han dado pie a una descomposición vergonzosa del Poder Legislativo de Jalisco.
Nuevos tiempos, nuevas decisiones. Y es el Poder Legislativo al que la sociedad le reclama una verdadera reforma de fondo, un cambio que le regrese el nivel que debe de tener uno de los tres Poderes de la entidad. Y parte de esa reforma es acabar con la prostituida, insito, “unanimidad” en la Comisión de Administración.
Los actuales diputados tienen todavía tiempo para aportar una herencia que ayude a que la próxima Legislatura sea obligada a poner fin a una larga historia de irregularidades, ilícitos, arbitrariedades e impunidades.