En 1995, entre los primeros sorprendidos en haber ganado por vez primera en Jalisco la gubernatura fueron los propios panistas. Al paso del tiempo, al haberla ganado por segunda y tercera ocasión, quizás tampoco se imaginaron cuándo dejarían de gobernar. Quizás en el subconsciente, con aquello de que todos llevan un priista dentro, esperaban gobernar por espacio de siete décadas.
Pero frente al historial priista, el sueño del panismo concluyó más rápido de lo esperado. Sólo 18 años, tres sexenios.
En la primera administración panista, la ciudadanía pidió paciencia y perdonar las “novatadas”. Pero fue esa ciudadanía misma la que consideró suficiente 18 años. Y entonces decidió regresar al Partido Acción Nacional a la oposición, pero no en la posición que guardó por décadas, la segunda posición, sino a un tercer lugar en la preferencia ciudadana.
Y ahí está nuevamente el PAN: en la oposición.
Y ahí está el reto de Acción Nacional: volver a ser oposición. Le costó trabajo aprender a ser gobierno, pero pronto aprendió a estar en el poder y cayó en las “garras” de ese poder a las que caen todos, independientemente del color que sea. Y desde ahí incurrió en los mismos errores, en los mismos vicios, en las mismas irregularidades, en los mismos ilícitos, en los mismos defectos, sin caer en la cuenta que todo eso fue lo que causó la salida del PRI y su llegada al gobierno.
Creyeron que aun no cansaban la paciencia ciudadana. Creyeron que el cheque que la sociedad les entregó en 1995 no tenía caducidad. Y desde el poder se creyeron infalibles, todopoderosos, imbatibles.
Pero, ¡oh sopresa!
Los panistas abrieron su propia fosa, cavaron su propia tumba. La ambición del poder, del enriquecimiento fácil y en ocasiones de manera ilícita, provocó envidias, divisiones internas, que dieron pie a que el principal enemigo de un panista fuera otro panista. Y sus opositores simplemente, ellos sí, tuvieron la paciencia para esperar lo que era previsible: su caída, provocada por ellos mismos, aunque en ocasiones aprovecharon para dar un “empujoncito”.
Y hoy ya está el PAN nuevamente en la oposición, quizás en el terreno al que se acostumbraron a estar y tal vez vuelvan a sentirse “como pez en el agua”. Quizás desde ahí vuelvan a comenzar de cero para regresar al gobierno, donde por supuesto tuvieron importantes logros y aportaron mucho de lo que la sociedad demandaba a finales del siglo XX.
Sí, los panistas aprendieron, experimentaron y hasta “saborearon” lo que es estar en el gobierno, tener el poder.
Ahora habrá que esperar para confirmar si aprendieron esta dolorosa lección, pero para ello se requiere de humildad, de reflexión, de análisis, de contricción. Y hasta el momento no hemos visto señales de ello.
Quizás sea cuestión de tiempo, quizás sea cuestión de que les pase la frustración de la derrota.
Pero mientras eso llega, deberán de estar conscientes de que hoy volvieron a ser oposición. Y ese será su reto.