Ante la decisión del PRD de plantear a consulta la recién aprobada reforma energética y la del PAN de someter al miso proceso si se incrementa o no el salario mínimo, el PRI no quiso quedarse atrás y en el “filo de la navaja” colocó el tema a consulta de desaparecer cien curules y 32 escaños de mayoría proporcional, o sea los famosos, criticados y hasta odiados plurinominales.
Extrañamente los partidos grandes, PAN y PRD, han puesto “el grito en el cielo” ante dicha propuesta priista y le auguran que no procederá por ser un tema de carácter electoral que está impedida por la ley para ser sometido a consulta pública.
Estas tres consultas se realizarían a la par de los comicios próximos del 2015. O sea que cada uno de los ciudadanos recibirá, además de las boletas para elegir candidatos a diputados federales y senadores, así como presidentes municipales y gobernadores en algunas entidades, tres más que son las de la consulta popular de los tres mencionados partidos políticos.
Y digo que extrañamente el PAN y el PRD se escandalizan por la propuesta del PRI porque son dos partidos que obtienen triunfos en las urnas; son institutos políticos que se han visto favorecidos con el voto mayoritario de los ciudadanos para ganar alcaldías, diputaciones locales, diputaciones federales, senadores y hasta Presidentes de la República en el caso de Acción Nacional.
O sea que son dos partidos políticos competitivos de manera tal que han logrado obtener triunfos mediante el voto directo en los diversos espacios por contender.
Valga recordar que el espíritu de las diputaciones plurinominales, en la reforma política-electoral del entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, tenía como objetivo principal dar cabida en la vida política del país, y particularmente en el espacio máximo del debate político en México, como es la Cámara de Diputados, a partidos de izquierda muchos de cuyos integrantes formaron parte de grupos guerrilleros de diversa índole.
El propósito de Reyes Heroles era que esos partidos que en su momento Diego Fernández de Cevallos bautizó como “la chiquillada”, dejaran las armas o el activismo violento o de las armas y se incrustrara en la vida política e institucional de nuestro país.
Bueno, pues a esa “chiquillada” yo no la veo “pataleando”, gritando y escandalizada por la propuesta del PRI de reducir el número de diputados federales, en cien, y, eso sí, desaparecer de tajo la aberrante figura de senador “plurinominal”, cuando el Senado es la representación máxima de la política en cada una de las entidades federativas.
El PRI no propone la desaparición de la figura de “plurinominal” en San Lázaro, sólo que de 200 que son actualmente, únicamente queden 100, en tanto que si plantea desaparecer a los senadores plurinominales. Por eso no veo por qué el PAN y el PRI se oponen a reducir este número de figura legislativa, pues aun quedarán otro centenar de espacio al que pueden acceder para llegar a cogobernar.
Es cierto, yo era de la idea de que debe accederse al poder desde las urnas, pero sin duda que la figura del diputado plurinominal -no la del senador que no debe de existir- es importante para el logro de objetivos del gobierno o de la oposición, y es que es esta figura la que se convierte en el que gobierna un poder tan disímbolo como es el Legislativo, la que trabaja, la pensante, la que toma las grandes decisiones y termina por impulsar los grandes objetivos de cada bancada, no sólo de la que es mayoritaria.
Quizás la preocupación del PAN y del PRD se fundamente en su interés por administrar la derrota con el mayor número de legisladores plurinominales, en lugar de apostarle por ganar el mayor número de diputaciones directamente en las urnas, por el voto mayoritario de la ciudadanía.
Pero creo que ha llegado el momento de reducir este número de diputados, de manera tal que los partidos políticos se vean obligados a postular a buenos candidatos, a excelentes aspirantes que sean capaces de obtener el triunfo mediante las urnas de manera directa con los votos ciudadanos.
De no ser así, seguirenos sosteniendo con el erario público a quienes ven en las diputaciones el mejor camino para hacer negocios y volverse millonario.
¿O ustedes conocen a un legislador -diputado o senador- pobre?