Más allá de que en cuestión de días cambió de opinión al declararle al Grupo Reforma que no buscaba ser presidente y luego confesarle al diario español El País que “estaba más que preparado para ser candidato” a la presidencia de la República -como lo referimos en nuestra entrega de ayer-, el fondo de esto es: ¿Por qué el gobernador Enrique Alfaro Ramírez decidió “destaparse” y anunciar abierta y públicamente que el 2024 está en su proyecto político -como en Marcatextos siempre lo hemos sostenido, cuando él lo negaba-?

La respuesta que encontramos es: Porque no quiere perder más terreno ni tiempo para que lo tomen seriamente en cuenta, luego de que en la encuesta reciente del Grupo Reforma quedó rebasado por sus correligionarios de Nuevo León, Luis Donaldo Colosio Riojas y Samuel García Sepúlveda, en la preferencia ciudadana como prospectos presidenciales del partido Movimiento Ciudadano.

Su postura de enfrentamiento con el presidente Andrés Manuel López Obrador que mantuvo a lo largo de estos primeros casi tres años de gobierno -hoy ya entendió que no puede ni debe pelearse con el presidente, por el que fue derrotado en esta medición de fuerzas-, colocó a Alfaro Ramírez como una figura política a considerar para la sucesión presidencial entre el llamado “círculo rojo”, porque ya vimos en la encuesta misma de Reforma que seis de cada diez ciudadanos no lo conoce. Sin embargo, cuantas veces le preguntaban, él sostenía que no tenía esa aspiración, pese a que con sus hechos demostraba lo contrario, además del millonario gasto que realizaba -y realiza- a nivel nacional para posicionar su imagen -gasto que al parecer ha sido infructuoso-.

Mientras Alfaro Ramírez tomaba con calma el tema de una candidatura presidencial y mantenía su discurso de que no estaba entre sus aspiraciones políticas, asegurando, incluso, que la gubernatura era su último cargo público, en los demás partidos la lucha y carrera por esa candidatura no sólo ya había arrancado sino que era motivo de serias disputas internas como en Morena, con sus tres principales figuras en este terreno: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard Y Ricardo Monreal, mientras en el PAN su ex candidato en 2018, Ricardo Anaya, continúa su campaña por volver a serlo en 2024 con toda y la persecución judicial en su contra por haber incurrido en presuntos ilícitos. Mientras tanto, el PRI y el PRD están a la espera de que se ratifique la alianza “Va por México” para la elección presidencial.

Pero cuando Enrique Alfaro vio que la “lumbre” le “llegaba a los aparejos” dentro de Movimiento Ciudadano y que los nóveles políticos a los que él mismo arropó aquí en Jalisco, Samuel García y Luis Donaldo Colosio, gobernador de Nuevo León y alcalde de Monterrey, respectivamente, se habían convertido en sus serios rivales por la candidatura naranja, es entonces que decide “abrirse de capa” y elige al diario El País para confesar un proyecto que tenía reprimido hacerlo público: su deseo de ser candidato presidencial.

Y quiere serlo no sólo de su partido Movimiento Ciudadano, sino que le apuesta a una alianza partidista en la que sus adversarios políticos cierren filas en torno a él y llevarlo como su candidato a la presidencia.

Pero mientras no hiciera pública su aspiración, menos iba a ser tomado en cuenta y mucho menos la ciudadanía sabría que existe un Enrique Alfaro que es gobernador de Jalisco, máxime porque no tiene una fuerza que lo catapulte en las redes sociales como sí lo tiene Samuel García en la persona de su esposa Mariana Rodríguez, y tampoco tiene un apellido que con tan sólo escucharlo genere simpatías y apoyo como es el caso de Luis Donaldo Colosio Riojas. Por eso urgía “destaparse”. Conforme pasaba el tiempo sus bonos seguían en “picada” y el terreno que creía era suyo, lo estaba perdiendo.

Además, a diferencia de tiempo atrás, hoy ha perdido terreno en la toma de decisiones al interior de Movimiento Ciudadano aún y cuando Verónica Delgadillo presida el Consejo Nacional del partido, pues finalmente es un cargo sin mayor relevancia política, además de que finalmente quien tiene la última palabra es el dueño, Dante Delgado, con quien se asegura que Alfaro ha tenido ya no pocas diferencias y su otrora gran amistad se ha enfriado.

Por eso le urgía “destaparse”, y que mejor que hacerlo en el periódico español El País con una entrevista “muy a modo” como la que le hicieran también en este diario, pero en su revista El País Semanal, a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Vamos, son muchos los que sospechan que la entrevista con el mandatario de Jalisco fue más que acordada en todos sus términos, menos en el periodístico, porque entonces hubiésemos leído otro tipo de preguntas.

La aparición de rivales que le disputan seriamente la candidatura presidencial dentro de Movimiento Ciudadano, su baja posición en las encuestas y la desventaja frente a esos adversarios internos, y su muy baja calificación de aprobación que le dan en otras más, colocándolo entre los últimos cinco gobernadores, fueron las razones por las que Enrique Alfaro decidió presumir públicamente que estaba “más que preparado” para ser candidato presidencial.

Pero, además, hay otro “fantasma” dentro de MC que podría dar al traste con las aspiraciones de Alfaro: la decisión de Dante Delgado de postular, sea en alianza o no, a figuras que hoy no están dentro de Movimiento Ciudadano, como el canciller Marcelo Ebrard o el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal. No hay que perder de vista esta posibilidad, con lo que los emecistas quedarían fuera de la carrera.

Ahora sólo basta esperar para ver qué repercusiones tendrá su confesión y si realmente valió la pena hacerla pública a estas alturas del juego.

Al tiempo…