¿Qué le dejó a los priistas jaliscienses la reciente visita de su candidato presidencial Enrique Peña Nieto?
La verdad nada.
De su discurso, nada quedó “clavado” en la memoria de los priistas que asistieron al Auditorio Telmex. Su contenido fue anodino, sin mayor sustento; nada que hiciera vibrar el sentimiento de la militancia que lo escuchó, nada que lo entusiasmara; nada que le diera certeza de que con él deveras van a ganar la presidencia de la República y que aquí serán lo suficientemente fuertes para ganar la gubernatura.
Creo que mayor sustento tuvo el discurso de Aristóteles Sanoval, aunque viene siendo el mismo que pronunció el día de su registro como precandidato a la gubernatura.
Que es popular entre los priistas, principalmente entre el género femenino, sin duda. De eso todos están seguros. De que es popular, tampoco nadie duda. Que sabe manejar su imagen ante las multitudes, más que demostrado el sábado en el Telmex donde hasta le acercaban un banquito para subierse y alcanzar a saludar a quienes no estaban a su paso.
En su discurso no hay nada qué destacar, nada que subrayar, nada sobresaliente.
Inclusive, la “nota” del PRI se la llevó su rompimiento con el partido Nueva Alianza (PANAL), el de la maestra Elba Esther Gordillo. Esa fue la declaración destacada de Peña Nieto, el que dicha ruptura no afecta al PRI. Pero hasta ahí.
Es más, hay que preguntarnos qué mensaje quiso enviar al subir al escenario a quienes aspiraron a la candidatura al gobierno estatal que les ganó Aristóteles Sandoval.
¿Qué tenía que hacer ahí María Esther Scherman, tan olvidada de Jalisco y tan olvidada por los priistas -muchos no saben ni quién es-, y que apenas si alcanzó a ser parte de su primer equipo de campaña como responsable del seguimiento de la misma?
¿Qué tenía que hacer ahí el senador Ramiro Hernández quien aspira a la alcaldía de Zapopan, pero encuentra resistencias para surgir como candidato único?
¿Qué tenían qué hacer ahí Arturo Zamora y Héctor Vielma, quienes se disputan la candidatura al Senado por la primera fórmula, ante el fracaso de la dirigencia de no convencer al alcalde con licencia de Zapopan de que acepte encabezar la segunda fórmula?
¿Qué tenía qué hacer ahí Miguel Castro Reynoso, quien aun no tiene un futuro cierto de ser candidato a un nuevo cargo de elección popular, luego de que se frustró su posibilidad de ser el nuevo dirigente estatal del PRI?
La verdad no sabemos. ¿De unidad? Pues muy mal tino, porque la unidad no está sólo en estos aspirantes sino en muchos priistas más que fueron ignorados y no subidos al escenario.
Por eso nos preguntamos: ¿Qué le dejó a los priístas jaliscienses la visita de Enrique Peña Nieto?