Por Julio César Hernández

Lo sucedido en Tonalá no fue sino un ejercicio de confirmar quién resultaba más listo: si el hoy destituido alcalde Salvador González del Toro o sus compañeros regidores panistas.

Obviamente ya sabemos el resultado, pues González del Toro ya no es presidente municipal.

Y es que resulta que al tiempo de que se preparaba su destitución para ejecutarla hoy jueves, se le pretendió “amarrar las manos” comprometiéndolo a no realizar ningún cambio de funcionarios hasta en tanto no hubiese un cambio de actitud de todos los protagonistas.

En eso había quedado Salvador González con sus dirigencias estatal y municipal, así como con su fracción edilicia.

Sin embargo, algo sospechó y olió mal el pasado fin de semana que lo obligó el lunes anterior a anunciar que efectuaría el relevo de 15 funcionarios municipales y que presentaría denuncia penal contra algunos regidores de su partido por presunto desvío de recursos públicos.

Con esto, a su vez, él pretendió poner en jaque a los regidores y tratar de salvar su “pellejo” para continuar como alcalde. O sea que al enterarse de que finalmente esta semana lo iban a destituir, trató de adelantarse y hacer los cambios de funcionarios para que, al mismo tiempo, se creyera que ésta era la razón de su destitución.

Esa fue la última jugada que pretendió hacer.

Sin embargo, al no cumplir su compromiso de no hacer relevo de funcionarios, los regidores del PAN –en acuerdo con los del PRI y el único del PRD-, decidieron darle “madruguete” y hacer el martes lo que tenían programado hacer hoy jueves: relevarlo en el cargo.

Simplemente adelantaron 48 horas lo que ya habían acordado hacer, con la bendición de su dirigencia estatal e, inclusive, del propio gobernador Emilio González Márquez, quien conoció de lo que vendría desde el miércoles de la semana anterior.

Fue una verdadera lucha de fuerzas entre quien se sentía con todo el poder que le daba ser alcalde y quienes ahora se daban cuenta del tremendo error que habían cometido el pasado 21 de diciembre.

De hecho, su situación pendía de un hilo desde hace semana y media cuando en el PAN se acordó darle un plazo de 15 días para que su actitud cambiara. Pero González del Toro, para entonces, ya había “perdido el piso”.

Hoy llegó al Ayuntamiento de Tonalá una gente allegada al también desaforado alcalde Jorge Vizcarra Mayorga, Agustín Ordoñez Hernández, quien hace dos meses había aspirado a ocupar este cargo, pero no logró el consenso de la mayoría de sus compañeros, no obstante que para entonces estaba como encargado del despacho.

Lo que llama la atención es que ahora sí logró reunir el consenso de sus compañeros de partido y hasta los de la oposición, aunque también pudiera entenderse que, de entre todos los regidores del PAN, era el menor peor, tras la amarga experiencia que sufrieron al elegir –porque no lo designaron- a Salvador González.

Hoy Ordoñez Hernández tiene la obligación de hacer bien su trabajo, pues los tonaltecas no merecen tener un cuarto alcalde en menos de tres años, que sería un asunto para Ripley!.