Julio César Hernández
Hay quienes se preguntan: ¿Qué pasa con Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, el alcalde de Guadalajara, que, a diferencia de sus homólogos metropolitanos, se advierte que se queda rezagado en su relación con el Ejecutivo estatal?
O al menos esa preguna surgió luego de que el alcalde de Zapopan, Héctor Vielma Orodñez, se otorgó un triunfo al lograr que se aprobara que el estadio de atletismo para los Juegos Panamericanos se construya en la unidad deportiva “Angel Romero Llamas”, en la zona conocida como “La Curva”.
Y es que, por ejemplo, ninguna relación ha dado más que hablar que la que sostienen el alcalde de Tlajomulco, Enrique Alfaro Ramírez, y el gobernador Emilio González Márquez, al grado de que el propio dirigente del PRD, Antonio Magallanes, acusa a su correligionario de ser el vocero delEjecutivo.
Y qué decir de la buena relación que sostiene el edil de Tlaquepaque, Miguel Catsro Reynoso, que ha logrado entenderse muy bien con González Márquez, principalmente en lo que tiene que ver con proyectos del gobierno esatal que pueden dejar beneficios para los habitantes de la Villa Alfarera, como sería el macrobús y el cambio de pavimento por concreto hidráulico, por mencionar dos claros ejemplos.
Y ahora con la decisión final de construir el estadio de atletismo en “La Curva”, el mensaje que envió Vielma Ordoñez y González Márquez es que no obstante que puede haber proyectos en los que no coinciden, como el macrobus, existen otros a los que pueden llegar a un buen acuerdo.
Es cierto, falta atestiguar una escena similar como todas las anteriores comentadas en Tonalá entre el alcalde Antonio Mateos Nuño y González Márquez, pero sabemos que el Mandatario poco dirige su vista hacia ese municipio.
Por eso, pues, hay quienes se preguntan cuándo se podrá observar, aunque sea en una ocasión, una imagen resultado de un acuerdo entre el Ejecutivo estatal y el Ejecutivo tapatío.