Julio César Hernández
¡Qué bueno que los dos presuntos delincuentes que dieron motivo a los granadazos, balaceras y narcobloqueos de hace ya casi quince días ya están detenidos y no andan haciendo dagas por la calle!
Al menos ese fue el consuelo que nos dio el gobernador Emilio González Márquez en la rueda de prensa de dos días después.
Y por eso nos queda la certeza y la tranquilidad de que esos dos ahora detenidos, pero aun no sentenciados ni mucho menos, no son los que provocaron la muerte de seis personas y dejaron heridas a 35 más la madrugada de hoy en un antro de la avenida López Mateos.
¡Uff, qué alivio!
La verdad es que digan lo que digan, nuestras autoridades no han podido dar “pie con bola”. Y si a ello le sumamos declaraciones como aquella del Gobernador y ahora la del procurador Tomás Coronado, en el sentido de que lo de la madrugada fue un pleito entre particulares, ¡no, pues la verdad ya le ganaron la guerra a la delincuencia y al crimen organizado!
Hace algunas semanas González Márquez aseguró que él estaba para darle protección a los ciudadanos, mientras los delincuentes se mataban entre ellos. Ahora le preguntamos: ¿los seis muertos y los 35 heridos son integrantes del hampa? ¿Cuántos de ellos son ciudadanos comunes?
Pero más alla de estas interrogantes surge una más:
¿Cómo es posible que anden deambulando por las calles de la zona metropolitana tantas personas armadas y cargadas hasta de granadas de fragmentación sin que nadie las moleste?
Y lo peor: que logren accionarlas contra sus enemigos, alcanzando a personas inocentes.
¿Y qué tienen que decirnos de todo esto los alcaldes de la zona metropolitana que han presumido tanto de su coordinación y que han puesto en operación los retenes, volantes o columnas de seguridad?
Ya díganos la verdad: ¿Nuestros policías deveras están capacitados y preparados para hacerle frente a grupos como los que en la madrugada de hoy provocaron esta desgracia?
Bien nos advertía el jefe policiaco de Guadalajara, Servando Sepúlveda: ¡Lo peor está por venir!