Todo parece indicar que más que el madrugador “destape” que hizo la semana pasada -y que reiteró ayer- el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que aceleró la carrera por la sucesión presidencial fue la lamentable tragedia de la Línea 12 del Metro que generó un “choque” entre los dos más fuertes prospectos para ser el candidato de Morena a la presidencia de la República: la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Cassaubon.

El desgaste que este incidente provocó en Sheinbaum y Ebrard, que obligó la intervención del mismo López Obrador para aminorar los efectos políticos negativos en ambos, encendió las luces de alarma y los hizo convocar a sus respectivos equipos para hacer un recuento de daños y trabajar sobre una estrategia que, primero, los deslindara de cualquier responsabilidad directa del accidente; segundo, que les permitiera salir airosos ante la ciudadanía, y, tercero, de contra ataque a sus detractores, varios de ellos identificados con con su rival de enfrente.

Así, por ejemplo, trascendió que Ebrard ha sostenido reuniones con su equipo político los fines de semana, a quien le ratificó su decisión de ir por la candidatura presidencial, para trabajar en esa estrategia que lo mantenga como uno de los aspirantes más sólidos y que cuenta con la simpatía presidencial.

Sheinbaum, por su parte, ha enviado señales de que será en y desde el gobierno donde fortalezca no sólo su equipo sino el trabajo y la estrategia para mantenerse también como uno de los candidatos de López Obrador y ratificar, como se asegura en los corrillos políticos, que es ella la que está en el ánimo del inquilino de Palacio Nacional para ser la próxima abanderada morenista a la presidencia.

Una de esas señales fue la integración del senador Martí Batres como su nuevo secretario general de Gobierno, cargo que ostentará en lo que resta de la adimistración y desde donde, por supuesto, operará políticamente para fortalecer las aspiraciones de quien será su nueva jefa. Batres y Sheinbaum son ubicados en el ala radical de la izquierda morenista, junto con la actual delegada de Morena en Jalisco y futura diputada federal, Yeidkol Polevnski, de quien se dice que estará buscando ser la coordinadora de su bancada en San Lázaro, y el ex delegado también en Jalisco, José Narro Céspedes, entre otros.

Con la integración de Batres, Sheinbaum parece que comenzará a reclutar desde ya a los perfiles que tendrán a su cargo una tarea específica que si bien tiene que ver con el ejercicio del gobierno en la capital del país, al mismo tiempo realizarán el trabajo político correspondiente que mantenga y fortalezca las aspiraciones de la jefa de Gobierno. Martí y Batres se entienden muy bien y sin duda el primero será de gran utilidad para el objetivo que se ha trazado la segunda.

Claudia Sheinbaum está dispuesta a “echar toda la carne al asador” y no perder ni un minuto de tiempo en reconstruir su candidatura, sabedora que tiene la simpatía presidencial.

Y ante este escenario en el que los protagonistas principales son la jefa de Gobierno y el canciller, quien levantará el suyo es el coordinador de la fracción morenista en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, quien no quiere quedarse rezagado en la carrera presidencial e insiste en levantar la mano desde la Cámara Alta. Y ya se presume que en esta aspiración del zacatecano, algunos políticos en Jalisco -no necesariamente de Morena-, podrían actuar a su favor, luego de que éste hiciera una visita casi clandestina al estado durante la pasada campaña, sólo que él mismo reveló su ubicación cuando trataron de hackear su teléfono desde Nuevo León, como él lo denunció.

Así, pues, tuvo que ser un accidente vial -el de la Línea 12 del Metro- el que acelerara el activismo de quienes van punteando la carrera por la candidatura presidencial dentro de Morena. Y ésta es una carrera que no hay que perder de vista y seguirla muy de cerca, porque los únicos que podrían cavar la tumba de los morenistas son los morenistas mismos.

Y si no, al tiempo…